Cameron pretendía imprimir al film un aspecto futurista, pero al mismo tiempo también un tono de cinta de terror, casi de slasher y, para ello, la música debía cumplir una función más que importante, esencial. El ritmo debía ser implacable, tanto como la máquina de matar que era el Terminator. Fiedel estaba perfectamente imbuido del concepto que Cameron le había inculcado en varias conversaciones, y comenzó a buscar ese sonido extraño y especial que le exigía el realizador. En uno de los intentos, realizando loops con el sintetizador secuencial Prophet 10, el compositor perdió la medida del ritmo, motivado en un error tecnológico, durante una fracción de segundo. Lo que debió ser un fragmento descartable intrigó a Fiedel y decidió guardar la grabación. Volvió a escucharlo varias veces y le pareció que podía incorporarlo de alguna manera, así que luego de algunas pruebas terminó creando un ritmo extraño, inusual, con una sensación de defecto, como una síncopa, que por naturaleza rompe la regularidad rítmica, y que le prestó al tema una atmósfera inquietante de misterio, como el latido del corazón de una máquina, diferente al del corazón humano. “La idea era la de un hombre mecánico y el latido de su corazón. Tenía varios teclados individuales que tenía que tocar uno a uno. Cada nota se tocaba en vivo, excepto un Oberheim que era un tambor constante”, dijo Brad Fiedel.