Uno de esos compositores jóvenes fue Leonard Rosenman, tan importante como incomprendido, que hurgó en las raíces de la atonalidad pergeñada por el pionero Arnold Schönberg, músico vienés creador de la técnica dodecafónica, quien fue su maestro y guía musical. En 1952 obtiene una beca para estudiar en Massachussets con el compositor italiano Luigi Dallapiccola, seguidor de la Segunda Escuela de Viena y muy influido por el serialismo de Alban Berg y Anton Webern, que también incidirá en la carrera de Rosenman en el cine.
A partir de ese momento, y para costear sus estudios, Rosenman dedica buena parte de sus horas a dar clases de piano, y es esta particular y acaso nimia circunstancia la que conectará al músico neoyorquino con el séptimo arte, de manera absolutamente casual y no buscada. En 1954, el libretista Howard Sackler, conocido por su obra teatral “The Great White Hope”, llevada al cine en 1970 por Martin Ritt con James Earl Jones en el papel protagónico, y por co-escribir el guion de Tiburón 2 (Jaws 2, Jeannot Szwarc, 1978), estrenaba en Broadway la tragedia griega “The Women of Trachis”, y Rosenman había sido contratado para escribir la música incidental. Un joven actor que formaba parte del elenco de la obra le pidió tomar lecciones de piano. El actor era James Dean y entre ambos cimentaron una profunda amistad, dada la afinidad común a la rebeldía juvenil.