Por su parte, el maestro Carmelo Alonso Bernaola fue el encargado de dar vida musical a las siguientes tres películas de Paul Naschy, las tres de 1973. EL JOROBADO DE LA MORGUE y EL GRAN AMOR DEL CONDE DRACULA, ambas dirigidas por Javier Aguirre, y EL ESPANTO SURGE DE LA TUMBA, otra vez de Carlos Aured.
Nacido en Ochandiano, Vizcaya, en el país vasco, en 1929, Bernaola sufrió los bombardeos de la Guerra Civil y se trasladó con su familia a Medina de Pomar, Burgos, comenzando allí sus estudios musicales de solfeo, trompa y especialmente clarinete, instrumento al que se dedicaría profesionalmente. Incorporado como sargento en la Banda del Ministerio del Ejército en Madrid, coincidió con varios músicos miembros de la denominada Generación del 51, como Manuel Angulo, Cristóbal Halffter y Angel Arteaga, éste último como vimos, compositor de algunas de las bandas sonoras de Naschy. Profundiza sus estudios con maestros como Enrique Massó en armonía, Julio Gómez en composición y Francisco Calés Pina en contrapunto y fuga.
En los inicios de la década del sesenta comienza su actividad en la banda sonora, tanto en cine como en televisión, que coincide con la fuerte evolución rupturista en todos los medios artísticos frente a la situación político social establecida por la dictadura de Franco. A partir de ello, la música asimila rápidamente los nuevos estilos que España se había perdido en esos años, Stravinsky, Bartok, el atonalismo expresionista, el dodecafonismo, el serialismo integral, el grafismo y las técnicas electroacústicas. Bernaola compuso 82 bandas sonoras para cine, como Tormento (1974, Pedro Olea), Espérame en el cielo (1988, Antonio Mercero) y Pasodoble (1988, José Luis García Sánchez), con la que ganó el Premio Goya 1989 a mejor música original. En televisión destacó su recordada y popular melodía para la serie Verano azul, así como la sintonía del programa de debate La clave. Falleció en 2002 y está considerado como el introductor de la modernidad en la música clásica española, con su concepto de música flexible, basada en técnicas aleatorias, germen del movimiento progresista musical rechazado por el público purista y tradicional de la música culta.