Era particularmente rápido para componer, lo que le permitía acaparar mucho trabajo, y fue conocido en el ambiente discográfico por haber grabado doce temas para un álbum en un solo día. Sus compositores favoritos eran Debussy y Ravel y le gustaba especialmente escribir piezas en las que la voz humana fuera central. Fue célebre su extensa colaboración con el cineasta español Jesús Franco, empezando por La mano de un hombre muerto (1962), para la que White compuso los títulos de crédito diez minutos antes de la grabación, donde los tocó al piano en directo sobre las imágenes sin ensayar previamente.
Franco recordaba a White como un tipo muy sencillo, un guaperas por su aspecto escocés, pelirrojo de ojos muy claros y siempre con su pipa en la boca, casi como un personaje sacado de una novela de Sir Arthur Conan Doyle, como Nigel Bruce, el Doctor Watson de la versión de Sherlock Holmes de Basil Rathbone. Compuso música para órgano para la Catedral de Reims, fue pianista y director de orquesta para Edith Piaff (hasta que ésta quiso intimar con él y salió despavorido), y escribió la banda sonora del Don Quijote de Orson Welles (1992) producida en España.
Para Jesús Franco no solo musicalizó, entre muchas otras, películas como Miss Muerte (The Diabolical Dr. Z (1966), Drácula contra Frankenstein (1972), El ataque de las vampiras (1973), El reformatorio de las perdidas (1976), El sádico de Notre-Dame (1979), Gemidos de placer (1983) y Fu Manchú y el beso de la muerte que el director hispano rodó para la Constantine Films germana, sino que también actuó en un puñado de ellas, habitualmente en el papel de inspector de policía, e incluso trabajó como ayudante de producción en algunos largometrajes que Franco filmó en Portugal.
Para el argentino León Klimovsky, habitual de Naschy, escribió la música de La saga de los Drácula (1973), y en su filmografía se ocultó tras diferentes seudónimos, como Pablo Villa, Michel Bron y Marcel Biron.
Daniel White murió a la edad de 85 años el 24 de mayo de 1997.