por Eduardo J. Manola
29 de mayo de 1897, Brünn, Moravia, Austria-Hungría (actual República Checa) – 29 de noviembre de 1957, Hollywood, Los Angeles, California, Estados Unidos
Compositor y director de orquesta, niño prodigio, notable pianista, austríaco de origen y nacionalizado estadounidense en 1943, que llegó a ser uno de los más grandes e influyentes de la época de oro de Hollywood y de la historia de la música de cine. Además de su incursión en el séptimo arte brilló en la música culta, con 5 óperas y varias obras orquestales, de cámara y canciones en su haber.
NIÑO PRODIGIO Y PRIMERAS OBRAS
Erich Wolfgang Korngold nació en el seno de un hogar judío en Brünn, Moravia (hoy conocido como Brno, República Checa) como segundo hijo del Dr. Julius Korngold y de su esposa Josefine. Cuando cumplió cuatro años, la familia se trasladó a Viena pues su padre asumía el cargo de crítico musical en el periódico Neue Freie Presse (Nueva Prensa Libre) como sucesor del célebre crítico Eduard Hanslick. Fue papá Julius quien le enseño lo básico de la música y Erich, un verdadero niño prodigio, a los cinco años ya podía tocar el piano con su padre para arreglos a cuatro manos y reproducir en ese instrumento cualquier melodía que escuchase. Su madre solía decir: “Erich siempre tocó el piano”. Nadie sabe con exactitud cuándo se le descubrió su genialidad, pero es sin duda el niño prodigio más interesante de la historia, pues su estilo musical pareciera ser innato y no cambió nunca en toda su vida. Comenzó a componer sus primeras obras originales en 1905 a la edad de ocho años, y demostró tal fenomenal precocidad musical que su padre lo llevó en 1906 a conocer nada menos que a Gustav Mahler. Impactado, Mahler advirtió enseguida que el pequeño era un genio y animó al Dr. Korngold a contratar al renombrado compositor Alexander von Zemlinsky como mentor del niño. Aunque recibió también lecciones de Robert Fuchs y Hermann Grädener entre otros, a todos los efectos Zemlinsky sería el único maestro de Korngold, y por poco tiempo.

Un joven Erich Wolfgang Korngold y su maestro Alexander von Zemlinsky

Muy entusiasmado, Julius Korngold publicó en privado tres de las composiciones de su hijo en 1909, el ballet/pantomima en dos actos «Der Schneemann» (El muñeco de nieve), la “Sonata para piano #1 en Re menor”, y la suite de estudio de personajes «Don Quijote», y se las envío a reconocidas celebridades de la música de ese entonces como Artur Nikisch, Englebert Humperdinck, Hermann Kretzschmarr, Bruno Walter y Richard Strauss. Todos los que examinaron las partituras expresaron su asombro por su originalidad. Strauss, en particular, destacó sus audaces armonías y la seguridad de su estilo.
Poco después, el ballet “Der Schneemann” hizo que el joven niño prodigio fuera convocado para participar en dos producciones de estreno en 1910. La primera fue un concierto en abril en el palacio ministerial de la Baronesa von Bienerth, donde empleó un arreglo de piano a cuatro manos con Erich en un piano y Richard Pahlen en el otro. La segunda presentación fue en octubre, un arreglo orquestal del ballet estrenado por decreto imperial en la Hofoper de Viena con el nombre del emperador Francisco José. El éxito fue tal que en noviembre su “Trío para piano Opus 1” fue estrenado en Münich y Nueva York. Asombrados por las habilidades de este pequeño al que ya muchos llamaban “milagroso», varios expertos de la música de la época se apresuraron a interpretar y promover las creaciones del niño prodigio musical. Así, en 1911, Artur Schnabel estrenó y defendió ampliamente la calidad de la “Sonata para piano nº 2 en Mi mayor, Opus 2”, y ese mismo año Artur Nikisch produjo el estreno mundial en la Gewandhaus de Leipzig de la primera obra orquestal de Korngold, la “Schauspiel Ouvertüre, Opus 4”, exponiendo claramente la extraordinaria habilidad del compositor para la orquestación, dueño de un verdadero don divino reservado a determinados seres especiales. Tanto que su maestro Zemlinsky no podía creerle que hubiese orquestado él solo la obertura, a sus 14 años.
Serenade del Ballet «Der Schneemann» (El muñeco de nieve)


Otros músicos se sumaron al reconocimiento de la obra de Korngold. En 1913, bajo la batuta de Felix von Weingartner se estrenó en Viena la “Sinfonietta en Si mayor, Opus 5”, y Karl Flesch y Artur Schnabel estrenaron en Berlín la “Sonata para violín en Sol mayor, Opus 6”, demostrando plenamente el rango de maestría del compositor desde la gran orquesta del romanticismo tardío hasta la intimidad virtuosa de las obras de cámara de menor tamaño.
A los 19 años Korngold ya era un respetado compositor de ópera. Era 1916 y había conseguido un éxito instantáneo con sus dos óperas de un acto, “Der Ring des Polykrates” y “Violanta”, estrenadas bajo la dirección de Bruno Walter en Münich. Esta última contó con la voz de la prestigiosa cantante Maria Jeritza como Violanta en su estreno en Viena, quien también tendría el papel principal en el estreno de la tercera ópera de Korngold “Die tote Stadt” (La ciudad muerta) en la Ópera Metropolitana en 1921, obra que había tenido su doble estreno mundial en Hamburgo y Colonia un año antes. La ópera estaba basada en la novela «Brujas, la muerta» de Georges Rodenbach, y el libreto lo escribieron en secreto el propio Korngold y su padre Julius, pero utilizando el seudónimo Paul Schott, un secreto tan celosamente guardado que solo fue descubierto muchos años después de la muerte de Korngold. “La ciudad muerta” fue compuesta durante varios años y tuvo un enorme éxito. La canción del primer acto, “Mariettas Lied”, aún es cantada por sopranos alrededor del mundo. La ópera ha sido revivida en las últimas décadas con gran éxito en Viena, Los Ángeles y Berlín.
El “Sexteto para Cuerdas en Re Mayor, Opus 10” fue estrenado en 1917 por el Rosé Quartet en Viena, y en 1920 Korngold compone la música incidental para la producción teatral de «Mucho ruido y pocas nueces» de William Shakespeare
Además de la experiencia que fue adquiriendo como director musical y conductor en el Stadttheater de Hamburgo, Korngold también trabajó en arreglos y adaptaciones que incorporó a su impresionante currículum. Entre ellos destaca el arreglo de la opereta cómica «Eine Nacht in Venedig» (Una noche en Viena) de Johann Strauss para el Teatro de Viena en 1923. Durante los siguientes años, y mientras continuaba con su posición como director, arreglaría algunas operetas más y también seguiría componiendo obras originales como el “Cuarteto de Cuerda #1, Opus 16”, el “Concierto en un solo movimiento para Piano Mano Izquierda” que le encargara Paul Wittgenstein, y las “Tres Canciones, Opus 18”.

En 1927 Korngold siente una primera decepción en su carrera, cuando su cuarta ópera, “Das Wunder der Heliane”, que consideraba su obra más importante, no fue tan bien recibida, mientras que “Jonny spielt auf de Krenek”, una de sus óperas anteriores que no era de su gusto personal, fue nominada ópera del año. Por otra parte, el interés del público vienés por la música «progresiva» de Korngold, comenzó a decaer en favor de otros estilos considerados más «modernos», algo que Korngold menospreció continuando impertérrito en sus formas y empeños
Obtuvo el título de Profesor de la Academia de Música de Viena, y en 1939 colaboró con el prestigioso Max Reinhardt en una nueva producción en Berlín de “Die Fledermaus” (El murciélago) una opereta cómica en tres actos de Johann Strauss II. En ese mismo período estrenó su “Suite para dos violines, violonchelo y piano (mano izquierda), Opus 23”, y su tercera “Sonata para piano, Opus 25”. En 1932 le tocó el turno a la “Baby-Serenade, Opus 24” en la que Korngold, por primera vez, incorporó elementos de jazz a su estilo y ese mismo año comenzó a trabajar en su quinta ópera “Die Kathrin”.
HOLLYWOOD, TIERRA DE OPORTUNIDADES
En 1934, Max Reinhardt se encontraba trabajando asiduamente en los Estados Unidos y le pidió a Korngold que fuese a Hollywood para encargarse de los arreglos de la música de Felix Mendelssohn para la versión cinematográfica que estaba produciendo de El sueño de una noche de verano (A Midsummer Night’s Dream) dirigida por William Dieterle y el propio Reinhardt, con James Cagney y Dick Powell como protagonistas y en la que aparecían Olivia de Havilland con tan solo 18 años y un jovensísimo Mickey Rooney.
La extraordinaria calidad de la adaptación musical llamó la atención de los estudios Paramount y Warner, que lo convocaron para trabajar en nuevas producciones. Contrariamente al sentir de la mayoría de los compositores clásicos, que rechazaban entrar en el mundo del cine, Korngold aceptó, pues lo consideraba una excelente oportunidad para mostrar su sensibilidad romántica al componer música emocional y dramática que él amaba escribir y con la que había sido tan exitoso con sus óperas en Europa. “No es cierto que el cine suponga una restricción a la expresividad de la música. La música es música, cualquiera sea el lugar en que se la exponga, el teatro o el cine”, afirmaba.



Con Warner firmaría un contrato exclusivo y muy inusual para la época, por el que la productora le otorgaba libertad absoluta para elegir las películas en las que compondría su música, sin presión alguna. Este beneficio de selectividad que disfrutó Korngold significaría que compondría pocas partituras para el cine, solo 21, lo que sus fanáticos lamentarían por siempre por la cantidad, no así por la calidad, que fue superlativa en cada una de ellas, verdaderas joyas de la música de cine.
El contrato firmado, que lo convirtiera en uno de los primeros compositores de renombre mundial en ingresar a la fábrica de películas de Hollywood, lo cumplió en sus inicios trabajando desde su país, y solo realizaba algún viaje a América cuando ello resultaba ineludible y estrictamente necesario, pues tenía decidido mantener su presencia en conciertos y ópera en Europa y no perder su status de autor de música culta, que en realidad era su vida.
Su primera partitura original para el cine fue para la producción de la Warner El Capitán Blood (Captain Blood, Michael Curtiz, 1935), que fue parte importante del lanzamiento de la carrera cinematográfica del joven Errol Flynn, que se convertiría en el actor icónico del cine de aventuras. En 1936 escribiría también para Warner Los verdes prados (The Green Pastures, Marc Connelly/William Keighley) y para la Paramount Esta noche es nuestra (Give Us This Night, Alexander Hall).


Ese mismo año se encontró fascinado por un nuevo encargo de Warner para una historia épica basada en una popular novela, El caballero Adverse (Anthony Adverse, Mervyn LeRoy) protagonizada por Fredric March, con la que ganaría su primer Oscar a Mejor Música Original, aunque en realidad el galardón lo recibiría el director musical del estudio, Leo Forbstein, como era costumbre en ese momento. Esta injusta reglamentación de la Academia quedó en evidencia al afectar a un músico del prestigio de Korngold, y fue modificada en la siguiente entrega, reconociéndose a partir de entonces la obra personal de los compositores por sobre el trabajo de los directores musicales.

En 1938, el denominado «Anschluss», la anexión de Austria por los nacionalsocialistas alemanes, tomó a los Korngold por sorpresa en Viena, donde se confiscaron sus propiedades y las obras musicales de Erich fueron prohibidas por “degeneradas”. Para salvar a su familia, Korngold aprovechó sus contactos y su trabajo en Hollywood y la trasladó rápidamente a los Estados Unidos, y como necesitaba ganar dinero urgente se decidió a comprometerse con mayor ahínco en la composición cinematográfica, escribiendo regularmente partituras para películas y esencialmente prometiendo no volver a componer obras de concierto hasta que Hitler fuera eliminado.
Así, su primera partitura como exiliado residente en América fue Las aventuras de Robin Hood/Robin de los Bosques (The Adventures of Robin Hood, Michael Curtiz/William Keighley, 1938), una extraordinaria banda sonora que le valió su segundo Oscar y supuso la primera vez que el premio se concedía al compositor en lugar de al jefe del departamento musical como había sido costumbre. La música de Robin de los bosques se erigió en modelo del cine de aventuras de la época y en una fuerte influencia para varias generaciones de compositores, ello a pesar de que Korngold sintió una fuerte animadversión por ese trabajo y sufrió algunas presiones del estudio. Esta partitura fue la más difícil de toda su vida, ya que mientras la creaba sufría con la situación que se estaba produciendo en Europa y con las peripecias de sus familiares hasta que finalmente llegaron sanos y salvos a Hollywood.

Ya asentado en América con su mujer y su hijo George, compró una casa en Toluca Lake, a 10 minutos de caminata de los estudios Warner. Hasta 1946 Korngold compuso principalmente música para películas, usando sus ingresos para mantener, además de a su propia familia, a muchos amigos y refugiados que huían de la tiranía de los nazis en Europa. Junto con el otro gran padre de la música cinematográfica, Max Steiner, definió y defendió un nuevo estilo musical en Hollywood, altamente ilustrativo y expresivo, que intervenía en la historia de los filmes cuyas imágenes apoyaba, generando atmósfera y clima, y utilizando simultáneamente el concepto wagneriano del leitmotiv, del cual, junto con el mencionado Steiner y Alfred Newman, hizo un uso habitual y profundo, y creó algunos de indiscutible inspiración. Sin embargo, su música se diferenciaba de la de Steiner en ciertos aspectos. Mientras éste podría ser encasillado entre los compositores de la denominada música “enmarcadora”, Korngold se alza como precursor de la música con entidad propia que pretendía establecer un vínculo de unión con las imágenes incorporando un nuevo significado, casi como si se tratara de “óperas cinematográficas”. No por nada él mismo se refería a sus obras cinematográficas como “mis pequeñas óperas sin canto”.

Korngold y su familia

El compositor Max Steiner
Hollywood lo había llamado para dar a las producciones el prestigio que aportaba tener el nombre de Korngold en el ítem musical como representante, además, de la música del post-romanticismo. Dirigía él personalmente todas sus partituras, y fueron legendarias sus sesiones de grabación, por los refinados modales con los que trataba a la orquesta y por su festejado gran sentido del humor. Su método de composición era novedoso, pues Korngold leía los guiones y a través de ellos se hacía una idea de cómo debía ser la música para cada personaje y cada situación, y la creaba luego a medida que la película se iba rodando. “Trato los guiones como si se tratara del libreto de una ópera”, sostenía.
Lamentablemente, fue escaso el período en el que Korngold se dedicó al cine, poco más de una década, sin perjuicio de lo cual nos dejó partituras inolvidables como por ejemplo El príncipe y el mendigo (The Prince and the Pauper, William Keiglhey, 1937), Juárez (William Dieterle, 1939), La vida privada de Elizabeth y Essex (The Private Life of Elizabeth and Essex, 1939) y El lobo del mar (The Sea Wolf, 1941) ambas dirigidas por Michael Curtiz, La ninfa constante (The Constant Nymph, Edmund Goulding, 1943), y Engaño (Deception, Irving Rapper, 1946), para cuyo climax compuso un movimiento para solo de cello de 7 minutos que luego reescribió expandido para su presentación en concierto.
Algunas partituras como Abismo de pasión (Kings Row, Sam Wood, 1942) y El halcón del mar (The Sea Hawk, Michael Curtiz, 1940) son consideradas obras maestras en su género y ejemplos únicos de cómo la música puede aumentar con creces el cine como experiencia. Durante ese período de la carrera de Korngold en Hollywood, su padre (influencia constante como crítico musical en su vida) nunca pudo soportar que su hijo compusiera para el cine, y le pedía constantemente que lo dejara, sin tener en cuenta que aquel obtenía con esos trabajos el sustento para mantener a su familia y que, sin bien siempre añoraba su dedicación a la música de concierto, no desdeñaba la música de cine hacia la que se sentía agradecido. Don Julius fallecería poco tiempo después y Erich, con cierto cargo de culpa, decidió retirarse de la composición cinematográfica.


Comenzando esencialmente en 1946 con el estreno del “Cuarteto de Cuerdas #3, Opus 34”, Korngold se despidió de la industria cinematográfica de Hollywood e intentó volver al ambiente concertístico y a la composición de música culta. Cuando firmó el contrato con la Warner se aseguró los derechos absolutos sobre todas sus obras, así que, vuelto a la vida musical ajena al cine, pudo utilizar sin inconvenientes fragmentos, temas y motivos de sus numerosas partituras compuestas para el cine. Así, tomando prestadas algunas de esas piezas escribió el “Concierto para violonchelo, Opus 37”, el “Concierto para violín, Opus 35” (estrenado por Jascha Heifetz en 1947), y la “Serenata sinfónica, Opus 39”.
Decidido a regresar a Europa en el otoño de 1947, sus planes se vieron demorados indefinidamente al sufrir un ataque al corazón el 9 de septiembre de 1947, hasta que finalmente, y ya con 52 años, Korngold logró poner pie en Austria en 1949 por primera vez desde su exilio en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial.
En 1950, con la orquesta Filarmónica de Viena bajo la dirección de Wilhelm Furtwängler, estrenó con enorme éxito su “Serenata Sinfónica en Si Mayor, Opus 39”, pero las siguientes interpretaciones de sus obras tuvieron poca asistencia y las críticas no fueron favorables. El público vienés había cambiado sus gustos musicales durante la ausencia de Korngold, y en 1951 el estreno en Radio Wien de su comedia musical “Die stumme Serenade” no obtuvo repercusión ni el favor de la crítica.
Korngold se encontró olvidado y poco apreciado en su adorada Viena, que sufría los efectos de la posguerra y ya no era la que había sido, así que, decepcionado y abatido, creyendo que su fama y posición se desvanecían ante sus propios ojos, regresó a los Estados Unidos. Sin embargo, en 1954 volvió por segunda vez a Europa, para asistir al estreno de su “Sinfonía en Fa#, Opus 40”, la que tampoco tuvo éxito, aparentemente por la escasa preparación de la orquesta y limitaciones en los ensayos, convirtiéndose en una experiencia de las más penosas de su vida: en plena era de una “nueva música” y de la música electrónica sus obras eran rechazadas por “románticas” y demodé.


Luego, tras una nueva decepción motivada por el fracaso de una nueva producción de “Die stumme Serenade”, firmó un contrato con la Republic Pictures para trabajar en la que sería su última película, Magic Fire (William Dieterle, 1955), la biografía de Richard Wagner, adaptando y arreglando varias de las obras del compositor alemán con las que se musicalizaría el filme. Incluso apareció en la película en un cameo no acreditado como el director Hans Richter. Viajó a Münich temiendo que en manos menos devotas la música de Wagner se viera mal representada en la pantalla, comprometiéndose en profundidad con el proyecto, volviendo de su retiro y supervisando en persona los arreglos. Luego volvió a Hollywood y compuso sus últimas dos obras: unas melancólicas variaciones para orquesta y un homenaje a Johann Strauss hijo.
En 1956 Korngold sufrió una apoplejía que lo dejó parcialmente paralizado, y al año siguiente, el 29 de noviembre, murió de una trombosis cerebral, a la edad de 60 años y dejando inconclusa una segunda sinfonía y una sexta ópera con los bocetos ya iniciados.
El niño prodigio vienés, ciudadano estadounidense naturalizado desde 1943, renombrado compositor de ópera, premiado compositor cinematográfico, arreglista y director de orquesta, murió en Hollywood sintiéndose olvidado.
Sin embargo, en el ocaso de la década del 60, el lanzamiento de un LP con una selección de la música de algunas de sus películas, dirigido por Lionel Newman, significó un primer paso hacia su justo reconocimiento. En la década de 1970, bajo la atenta mirada de su hijo menor George, la música de Erich Wolfgang Korngold fue editada por RCA VICTOR en una serie de LPs retrospectivos de las partituras de películas clásicas de la Edad de Oro de Hollywood interpretadas por la excelente Orquesta Filarmónica Nacional bajo la dirección de Charles Gerhardt, y también se editaron grabaciones de sus composiciones de cámara y piezas orquestales más cortas. Surgieron así nuevos intérpretes y seguidores de la música de Korngold, y desde entonces las grabaciones de sus conciertos y bandas sonoras han ido creciendo en cantidad a medida que su impresionante obra es redescubierta y apreciada por generaciones más jóvenes de melómanos, mientras otros, como quien aquí escribe, que nunca lo habían olvidado, encontraron cumplido sus anhelos de volver a disfrutar de su genial inspiración y su orquestación vívida, marca indiscutible de un estilo musical puramente cinematográfico, épico y wagneriano hasta la medula y émulo declarado del romanticismo de Strauss.





Su sinfonismo musical ha sido fuente de inspiración para generaciones posteriores de compositores cinematográficos, como John Williams que en 1977 recuperó ese estilo olvidado ya en Hollywood, con ese exponente del “sonido Korngold” que fue su partitura para La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas), en cuya fanfarria es dable advertir reminiscencias del “Main Title” del Kings Row del gran Erich.
Asimismo, su obra de concierto ha experimentado una gran revalidación en los últimos años, en parte por la reedición de varias de sus óperas y la restauración en DVD de las películas para las que compuso la banda sonora. Su “Concierto para violín” está en el repertorio de muchos artistas destacados. Con nuevas ediciones y actuaciones en vivo la estrella de Korngold sigue creciendo, asegurándonos que su música no morirá jamás.




Fuentes bibliográficas:
The Korngold Society Organization
Jon Burlingame documental Erich Wolfgang Korngold: A Retrospective
IR A:
Las aventuras de Robin Hood, dirigida inicialmente por William Keighley y, tras caer enfermo, continuada por Michael Curtiz, celebrado por Casablanca (1942), no sólo es la mejor película del insuperable Errol Flynn, sino también la mejor adaptación del relato anónimo que inmortalizara la leyenda del proscrito de Sherwood en toda la historia del cine, desde que la opereta de Reginald de Koven y…
Enorme documento. Con tiempo y sensibilidad lectora puede apreciarse en profundidad. Para estas plataformas de lectores impacientes, convendría una versión condensada con los datos impactantes: prodigio. Nazismo, exilio,. películas, decepción, regreso starwars.
Y una lista de referencias y enlaces para melomanos.
Gracias Oscar por tu comentario. Muchas veces pensé en condensar los textos, pero sinceramente me parece que no sería honesto conmigo mismo. Lo que pretendo hacer en las biografías es que sean completas, que no falte nada, dentro de lo posible. Y seguramente faltará algo. La idea es que el lector tenga allí TODO lo referente al compositor, y que pueda apreciar su música y su obra a través de los vídeos o audios. Los lectores impacientes leerán «por arriba» estos artículos o se irán rápidamente. Biografías condensadas hay muchas. Mi objetivo es otro. Humildemente. Gracias de nuevo por el comentario y por tu opinión, que por supuesto respeto y valoro. Un abrazo