
Scott Bradley
BIOGRAFIA
Russellville, Arkansas, Estados Unidos, 26 de noviembre de 1891 – Chatsworth, California, Estados Unidos (85 años)
Walter Scott Bradley fue un pianista, compositor y director de orquesta, quizás el más importante compositor de música para dibujos animados de la edad dorada de los cartoons, junto con su colega, el gran Carl Stalling, nacido el mismo año de 1891.
En una reseña autobiográfica[1], Bradley cuenta que comenzó su carrera dirigiendo orquestas de teatro en Houston, Texas, y que estudió órgano y armonía con Horton Corbett, director del coro de la Christ Church Cathedral de Houston pero que, por lo demás, fue totalmente autodidacta en la composición y la orquestación.
Años después, ya establecido en Hollywood, se propuso mejorar su técnica estudiando en privado con su colega de la MGM Mario Castelnuovo-Tedesco, y en 1926 se trasladó a Los Ángeles para dirigir programas en la radio KHJ, actividad que le llevó a participar cada vez más en la animación al comienzo de la era del cine sonoro.

Bradley inició su carrera como pianista del staff de la factoría Disney en 1929, pasando a trabajar entre 1930 y 1934 para el legendario Ub Iwerks en su estudio, y convirtiéndose en el director musical del célebre tándem de animadores Hugh Harman y Rudy Ising, cuando estos fueron contratados para producir cortometrajes de dibujos animados para la MGM, hasta que ésta decidió abrir sus propios estudios de cartoons en 1937. Bradley fue contratado en exclusiva para dirigir el departamento musical de la MGM y permaneció allí durante veinte años, hasta su intempestivo cierre en 1957.
Durante la década de 1930, Bradley también compuso música de concierto, como los poemas tonales «The Valley of the White Poppies» (1931) y «The Headless Horseman» (1932) y el oratorio «Thanatopsis» (1934), basado en el poema de William Cullen Bryant. Su éxito más notable fue «Cartoonia» (1938), una suite orquestal de cuatro movimientos que reunía lo mejor de sus trabajos para la MGM, que fue estrenada por la Sinfónica de San Francisco dirigida por Pierre Monteux.
En la MGM Scott Bradley creó un estilo musical para los cartoons del estudio, una forma de hacer música para acompañar las aventuras de los dibujos animados más divertidos y alocados, en especial los dirigidos por el gran Tex Avery, como Droopy, el oso Barney, Screwy Squirrel, y por supuesto, el más famoso dúo adversario, el gato y el ratón, Tom y Jerry.
Para todos sus cartoons, y en especial para Tom y Jerry, Bradley construía partituras que combinaban, con una enorme habilidad y frescura, tanto temas originales compuestos por él mismo como fragmentos de piezas clásicas de Rossini, Tchaikovsky, Beethoven, Mozart, valses de Strauss, el jazz, música popular o el swing, con la mayor naturalidad, logrando una sincronización espectacular y tremendamente efectiva entre la música y las desopilantes aventuras, correrías y persecuciones que poblaban las historias del gato y el ratón.

En este vídeo se puede detectar la obertura de «Die Fledermaus» de Strauss
Junto a Stalling, inventó el denominado click track, el sistema de sincronización de melodías y efectos sonoros con las imágenes, que consistía en registrar breves clicks en la pista sonora, repetidos periódicamente, que luego se replicaban, en forma de señales, en los fotogramas del celuloide, en el preciso lugar donde se situaban los clicks de la banda sonora.
Si bien era usual la utilización de música clásica o contemporánea adaptada a los dibujos animados, Bradley consiguió en sus composiciones y, en especial, en sus orquestaciones, una complejidad y perfección que lo diferenciaba de sus colegas, insertando incluso en ocasiones la técnica dodecafónica diseñada por Arnold Schöenberg, padre de la atonalidad.
El prestigioso director de orquesta Simon Rattle ha destacado específicamente la influencia de los pasajes de Klaus-Narr en los Gurrelieder de Schoenberg en las composiciones de Bradley.
Aquí se pueden apreciar las influencias del Klaus-Narr de Schoenberg

Sobre su partitura para Puttin’ on the Dog, el propio Bradley escribió: “Espero que el Dr. Schoenberg me perdone por utilizar su sistema para producir música divertida, pero incluso los chicos de la orquesta se rieron cuando la grabamos«.
Muy orgulloso de su música, que no ocultaba la influencia de algunos de los clásicos como Stravinsky, Bartok y Hindemith, creía que componer para la animación ofrecía muchas más posibilidades al compositor que las películas de acción real. Para él, la música para dibujos animados constituía una forma de arte de enorme potencial.
El concertista Lou Raderman dijo irónicamente en una cita de la revista especializada Sight & Sound: «Scott escribe la música para violín más difícil de Hollywood… ¡Me va a romper los dedos!«.


En 1954, la MGM rescindió su contrato semanal pero mantuvo sus servicios como autónomo, pagándole 1.000 dólares por película, acuerdo que duró hasta que la major cerró su departamento de dibujos animados en 1957. Bradley no tuvo fuerzas para continuar y se retiró de la composición, pese a que la célebre pareja de animadores William Hanna y Joseph Barbera, que también se habían quedado sin trabajo en la MGM, intentó llevárselo como director musical de su nuevo estudio de dibujos animados, Hanna&Barbera.
El mejor homenaje al legado musical de Bradley se puede disfrutar a través de sendas ediciones discográficas, como el primer álbum de sus bandas sonoras, “Tom y Jerry & Tex Avery Too!”, edición limitada de 2006; la suite «Cartoonia», revivida en una actuación de la Cleveland Youth Orchestra en 2012; y muy especialmente, «Tom y Jerry en la MGM», una suite orquestal de seis minutos de duración con pistas de Bradley reconstruidas por Peter Morris y John Wilson, interpretada magistralmente por la orquesta de este último en un concierto de los BBC Proms en Londres en 2013, y que el mismo Simon Rattle eligió también para incluir en el concierto de 2015 en la Waldbühne de la Filarmónica de Berlín.
El último trabajo de Scott Bradley fue Tot Watchers, un corto de Tom y Jerry de 1958, un verdadero canto del cisne de uno de los compositores más interesantes de la historia de la animación. Su vertiginosa, divertida y desenfadada música jamás será olvidada por todos aquellos que tuvimos la enorme fortuna de crecer con esos maravillosos y entrañables cartoons.
Referencias:
[1] Goldmark, Daniel (2005), «Tunes for ‘Toons: Music and Hollywood Cartoons», University of California Press, p. 46.
Eduardo J. Manola - 3 de julio de 2021
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¿Quién no reconocería la graciosa tonada con la que comenzaban los cortometrajes de El gordo y el flaco? Tan solo unas mínimas notas nos sugerían que lo que estábamos a punto de ver nos haría reír. Así como los temas “Listen to the Mockingbird” y “Three Blind Mice” identificaban al instante a Los tres chiflados, aquella musiquilla mecánicamente juguetona era la marca musical de Laurel & Hardy, y se llamaba “Dance of the Cuckoos”. Pero, ¿de dónde proviene esa melodía que parece haber existido desde siempre?