
Crítica.
SINOPSIS: En un pueblo del Véneto, Carlo, un niño mata a Emilio, un compañero monaguillo, un ser extraño y deformado con un pasado inquietante. Encarcelado, Carlo confiesa su delito, pero sostiene que ha matado al mismísimo diablo, provocando una investigación que desnudará oscuros secretos enterrados en la Italia rural de 1952.
IL SIGNOR DIAVOLO (2019)
Regreso a los demonios
por Eduardo J. Manola

Pupi Avati, director, productor y escritor ya convertido en leyenda del cine italiano, cuya filmografía, con más de cincuenta películas en su haber, va del biopic musical a la comedia romántica, ha vuelto a abrevar en el fantástico y el terror. En estos géneros se inscribe su primera cinta como realizador, Balsamus l’uomo di Satana (1970), y obras consideradas de culto como La casa dalle finestre che ridono (1976) y L’Arcano incantatore (1996).
Nacido en Bolonia, hace 81 años, y con una vitalidad envidiable que nos probó en la presentación de Il Signor Diávolo en el cine Prado de SITGES, en el marco del 52 Festival Internacional de Cinema Fantastic de Catalunya, en el que recibió el premio Nosferatu, Avati se introdujo en el mundo del espectáculo como clarinetista en la Rheno Jazz Band, y colaboró con Pier Paolo Pasolini en el guión de Saló o los 120 días de Sodoma (Saló o le 120 giornate di Sodoma, 1975). Formó parte de los jurados de Venecia y Cannes, y su trayectoria cuenta con premiaciones en todo el mundo.
Il Signor Diávolo, basada en la novela homónima publicada en 2018, escrita por el propio Avati, su hermano Antonio y su hijo Alvise, inicialmente concebida para la televisión, supone un nuevo acercamiento al género del terror, un regreso a las obsesiones del director que, sin embargo, no incluye nada autobiográfico, excepto, como lo ha reconocido él mismo, su participación como monaguillo en las misas de su infancia.


La película nos transporta a la Italia de 1952, a una aldea cercana a Polesine, en la llanura padana del Véneto, donde impera el catolicismo de los demócrata-cristianos, en una época en la que la política se confundía tanto con la religión que casi la había fagocitado. En ese contexto, un extraño hecho ha sacudido a los pueblerinos y amenaza con afectar las endebles relaciones entre la Iglesia y el poder de turno, comprometiendo las inminentes elecciones.
Carlo, es un niño acusado de matar a su compañero, Emilio, un adolescente deformado, varios años mayor que él. Ambos son monaguillos en la parroquia, pero Emilio, que cuenta con la protección del sacristán, carga con un pasado inquietante y oculto por intereses non sanctos. Los corrillos de la aldea hablan de que Emilio había asesinado a su hermanita de meses, destrozándola a mordiscones, como un vampiro bestial, imágenes que el director expone al inicio de la película mediante una truculenta escena que muestra el ataque mortal sobre el moisés de la beba.
Lejos de negar la acusación, Carlo reconoce el homicidio y lo justifica diciendo que, en realidad, ha matado al diablo, a quien culpa de la prematura y misteriosa muerte de su mejor amigo Paolino, y de influencia maléfica sobre una monja.


Al entorno rural, profundamente religioso y puritano de aquellos tiempos, se suma su ancestral hostilidad hacia los forasteros venidos de la urbe, como Furio Momenté, un joven e ingenuo funcionario inspector enviado por el Ministerio de Gracia y Justicia, para investigar el misterioso crimen, que va descubriendo los secretos enterrados en el pueblo. Avati juega elegantemente con una puesta en escena sobria y una fotografía oscura, delineando la historia como si la pintara sobre un lienzo, perturbador y macabro, mezclando lo sobrenatural con una estética de realidad polvorienta y campesina, con todas sus supersticiones y costumbres arcaicas.
Se permite, asimismo, reflexionar sobre el bien y el mal, y utiliza una simbología no común para representar al diablo, el verraco, el cerdo devorando la hostia, y los dientes de Emilio, unos colmillos prominentes típicos de ese animal, en reemplazo de la habitual imagen del macho cabrío, siempre fácilmente asimilada a Lucifer. La verdad y la mentira, y la incapacidad de las personas de sacudirse los prejuicios y los mitos, y utilizar el sentido común y la racionalidad para desentrañar la realidad de las cosas, es otro de los conceptos tocados por Avati.



El elenco reúne, además de actores locales seleccionados más por su fisonomía que por sus dotes histriónicas, a una serie de viejos conocidos del realizador, como si de un reencuentro con amigos se tratase. Lino Capolicchio, Massimo Bonetti, Gianni Cavina, Alessandro Haber y Andrea Roncato son de la partida, con nostalgia y ternura. En síntesis, Il Signor Diávolo es un fresco de época, un cuento gótico de horror, de corte clásico en su factura y estética, en el que el maestro italiano regresa a sus demonios. Y lo hace con clase.


Cobertura especial 52 Festival Internacional de Cinema Fantastic de Catalunya - SITGES 2019



Pues estaré atento a verla. Me gusta este tipo de cine de corte clásico de terror.
Un saludo