
Reseña.
Este clásico de aventuras coloniales protagonizado por un joven Gary Cooper que venía en ascenso tras películas como Adiós a las armas (1932) y La espía número 13 (1934), es tan imperecedero como los clásicos relatos de aventuras de todos los tiempos, y tiene todos los convencionalismos y personajes arquetípicos de aquellas entrañables producciones del viejo Hollywood.
TRES LANCEROS BENGALÍES (1935)
The Lives of a Bengal Lancer
por Eduardo J. Manola

“No hay lugar para sentimentalismos en el Ejército. Ni sentimentalismos, ni impertinencias”
Así justificaba su posición frente a los deberes castrenses el rígido Coronel Stone (Guy Standing), comandante del 41 Regimiento de Lanceros de Bengala, al desplegar sus filípicas a sus subalternos. No se permitía siquiera una pequeñas distensión ante la llegada de su propio hijo, el imberbe Teniente Donald Stone (Richard Cromwell) venido directamente de la escuela militar, sin escalas ni experiencia alguna en combate. “Si cumples te quedas, si no, estarás afuera”, es la consigna que le espeta sin miramientos su progenitor. Ningún favoritismo es posible. Tampoco es requerido por el joven, que solo ansía algún gesto paternal luego de años de separación por motivos de servicio. El Teniente Alan McGregor (un Gary Cooper que llena la pantalla), descendiente de escoceses y canadienses, soldado tan experimentado como impulsivo y reaccionario a las órdenes del Coronel, se convierte en una suerte de niñera del joven Stone, y en blanco de las bromas del Teniente Forsythe (Franchot Tone), el otro oficial recién llegado en reemplazo de un compañero caído en una escaramuza que abre la película.
Tres lanceros bengalíes, adaptación muy libre de la novela autobiográfica homónima de Francis Yeats-Brown, es un típico exponente del subgénero de aventuras coloniales que tuvo su apogeo en los años treinta, cuyo gran éxito de taquilla abrió el camino a nuevas historias de aventuras imperiales como La Carga de la Brigada Ligera (The Charge of the Light Brigade, 1936), Revuelta en la India (The Drum, Zoltan Korda), Gunga Din (George Stevens, 1939), y Las Cuatro Plumas (The Four Feathers, Zoltan Korda, 1939), básicamente destinadas a glorificar la dominación del Raj británico, el régimen de gobierno colonial de la Corona inglesa sobre la India entre 1858 y 1947. La película de Hathaway, un probado artesano de diestro manejo de las escenas de acción, esenciales en este género, que consiguiera su única nominación al Oscar por este filme, es un vehículo fluido en sus objetivos de enaltecer los valores del credo militar: obediencia, jerarquía, rectitud, instrucción, disciplina, camaradería de oficiales y exaltación patriótica. Por supuesto, la cuestión étnica y cultural, y la problemática de la colonización, no están tratadas sino asumidas como algo normal. Es que el film refleja una época, y así era en aquellos tiempos. Esperemos que a nadie se le ocurra prohibirlo por contener algunas escenas que muestran a los oficiales británicos tratando no del todo bien a sus subalternos hindúes, o torturando psicológicamente a los enemigos musulmanes capturados para que hablen, con la amenaza de coser su cadáver dentro de un cerdo, situación que, en sus creencias, les vedaba la entrada al paraíso de Alá.

El crítico Frank S. Nugent, escribió en el The New York Times que «Inglaterra no debe temer por su Imperio mientras Hollywood insista en ser el Kipling del Pacífico«, y comentó que películas como The Lives of a Bengal Lancer y The Charge of the Light Brigade eran mucho más pro-británicas de lo que los cineastas ingleses de la época se atreverían a ser, en su veneración de la política colonial británica, en su respeto por la omnisciencia y el alto propósito moral de los representantes diplomáticos de Su Majestad y en su adoración del coraje, la virtud y la belleza masculina del soldado inglés en el extranjero.
La película fue recibida con críticas positivas, nominada a siete Oscar de la Academia incluyendo Mejor Guión Original y Mejor Película, ganó el de Mejor Asistente de Dirección (Clem Beauchamp y Paul Wing), y recaudó 1,5 millones de dólares, una cifra enorme para su tiempo. Mussolini la prohibió en Italia por considerarla propaganda, y la censura china porque «muestra a los británicos oprimiendo a las razas orientales», pero fue una de las películas favoritas de Hitler, reconocido anglófilo, porque “mostraba a un puñado de británicos que tenían un continente en cautiverio”, y así era, según él, como debía comportarse una raza superior, por lo cual ordenó que su visionado fuera obligatorio para las S.S.
Paramount planificó la producción de Tres lanceros bengalíes en 1931 y pensaba estrenarla ese mismo año. Para ello envió a la India a Rex Wimpy y a Ernest B. Schoedsack (dos años después co-director de King Kong), para que filmaran planos de distintas localizaciones y una cacería de tigres que se pensaba incluir en la trama, que luego terminó reemplazándose por una de jabalíes salvajes. Schoedsack, que muy probablemente dirigiera el rodaje de la película en la India, no fue acreditado como director de segunda unidad sino como camarógrafo y director de fotografía (background shots in India). Se pasó tres meses en ese país y fue testigo de las guerras tribales entre los pashtunes musulmanes originarios de Afganistán y un grupo de tribus que incluye a los Afridis, que efectivamente aparecen en el filme como el foco de la rebelión liderada por Mohammed Khan (Douglass Dumbrille).

Sin embargo, gran parte del material fílmico obtenido por Shoedsack se deterioró por las altas temperaturas perdiéndose miles de metros de celuloide y retrasando la producción por cuatro años, ya que la Paramount se vio obligada a filmar nuevamente muchas escenas, esta vez en las colinas que rodean Los Ángeles, Buffalo Flats en Malibú, y el Rancho Paramount en Agoura, entre ellas la secuencia de la batalla del final de la película, para la que se construyó un elaborado escenario en el Cañón Iverson, parte del Rancho Iverson Movie en Chatsworth, California, que representaba a Mogala, la fortaleza montañosa de Mohammed Khan, responsabilidad de la espléndida dirección artística de Hans Dreier y Roland Anderson, reconocida con una nominación al Oscar en tal rubro.
Para esas escenas, asimismo, fueron contratados como extras cientos de indígenas nativos americanos de la tribu Paiute de las reservas cercanas, así como muchos hindúes que trabajaban como recolectores de frutas y aceitunas en los valles de Napa e Imperial de California, para que interpretaran a los rebeldes Afridis en la batalla. Por su parte, para ponerse en la piel de los soldados coloniales británicos, se ficharon rancheros del cercano condado de Inyo. La Paramount tuvo problemas con la comida proporcionada a los figurantes hindúes que, por sus creencias religiosas, se negaban a comer almuerzos que no fueran cocinados por gente de la casta “correcta”.
Para el papel de Franchot Tone habían sido considerados previamente Fredric March y Henry Wilcoxon. Este último comenzó a rodar pero días después tuvo que dejar el plató porque su agenda se superponía con la filmación simultánea de Las Cruzadas (The Crusades, Cecil B. DeMille, 1935). Algunos de los decorados de Tres lanceros bengalíes fueron reutilizados, con pequeñas reformas, justamente en Las Cruzadas. Contratado Tone, hubo que filmar nuevamente las escenas de Wilcoxon, durante cuatro días. Cary Grant, Ronald Colman y Ray Milland estuvieron en la lista de candidatos para alguno de los papeles de los tres lanceros, y Douglas Fairbanks Jr. declinó una oferta por su compromiso en el rodaje de Catalina de Rusia (The Rise of Catherine the Great, Paul Czinner, 1934).

Además del solvente Guy Standing como el coronel Stone, que por cierto fue mordido por una araña viuda negra durante la filmación, figuran actores de reparto de primerísimo nivel como C. Aubrey Smith como el Mayor Hamilton, amigo y confidente del comandante, Akim Tamiroff como el Emir y J. Carrol Naish como el Gran Visir, ambos casi irreconocibles bajo toneladas de maquillaje para caracterizarlos como hindúes.
La banda sonora estuvo a cargo de cuatro compositores de la nómina permanente de la Paramount, entre ellos Heinz Roemheld, uno de los que ayudaría a Max Steiner cuatro años más tarde a componer algunas escenas de Lo que el viento se llevó.
Considerada una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, Tres Lanceros Bengalíes, fue editada por primera vez en blu-ray en Estados Unidos y Canadá en abril de este año, y Universal pondrá a la venta su edición en España el próximo 10 de julio de 2020, que contará con imagen 1.37:1, 1080p, sonido DTS-HD Master Audio 2.0 Mono en inglés y castellano, y subtítulos en castellano. Una oportunidad imperdible para los coleccionistas de sumar esta joya del cine clásico.

USA, 1935. T.O.: “The Lives of a Bengal Lancer”. Director: Henry Hathaway. Intérpretes: Gary Cooper, Franchot Tone, Richard Cromwell, Guy Standing, C. Aubrey Smith, Kathleen Burke, Douglass Dumbrille, Monte Blue, Colin Tapley, Akim Tamiroff, J. Carrol Naish. Editado por Universal.
Este artículo fue escrito para la revista DIRIGIDO POR – julio 2020 – Para leer el artículo original pinche aquí