

Entre los lanzamientos del infatigable productor James Fitzpatrick se encuentra esta presentación en doble disco compacto editada en 2017 de uno de los títulos más señeros del productor David O. Selznick, Duelo al sol, film interpretado en sus principales papeles por Gregory Peck y Jennifer Jones (la mujer del productor en aquella época), además de Joseph Cotten, Lionel Barrymore y Lillian Gish.
BSO REVIEW
DUEL IN THE SUN (1946)
Duelo al sol
Música compuesta por Dimitri Tiomkin
PROMETHEUS XPD 180 (2017)
por Frederic Torres
Duelo al sol pretendía erigirse en una especie de Lo que el viento se llevó, casi diez años después del inmenso triunfo de aquella (posteriormente habría otras intentonas como Gigante, La esclava libre, El árbol de la vida –todas en los años cincuenta-, hasta llegar a, por ejemplo, Las puertas del cielo, ya en 1980, la película-desastre que acabó con cualquier intención al respecto por un tiempo), y que contó con la participación del hoy considerado uno de los grandes clásicos de la “Edad de Oro” hollywoodiense, el compositor Dimitri Tiomkin (quien también se encargaría de la citada Gigante).
De origen ruso, lo que no deja de ser harto curioso dada la fama que se granjeó gracias a su participación en un gran número de westerns como el presente, además de Solo ante el peligro, Duelo de titanes, o El Álamo, por citar algunos de los más grandes, Tiomkin creó una magna partitura para un film de máximas pretensiones las cuales, a pesar del éxito obtenido, no fueron las que Selznick se había propuesto.
No obstante, a pesar que el todopoderoso productor eligió en primera instancia a Miklós Rózsa, pues quería a un “ganador” y el compositor de origen húngaro venía de obtener el Oscar por Recuerda, la aplicación a su trabajo de Tiomkin, que hasta aquel momento había formado pareja con el director Frank Capra, estuvo a la altura de lo esperado aunque la partitura siempre haya quedado difuminada bajo la sombra de otras posteriores y más conocidas (a pesar de resultar igual de mayúscula), y quedar sepultada bajo los tres Oscars que Tiomkin ganara durante la década inmediatamente posterior (cuatro si se cuenta también la canción de Solo ante el peligro), por lo que hasta ahora solo había quedado en el recuerdo del aficionado como una especie de “bosquejo” o “esbozo” de lo que aquellas otras habrían de ofrecer.

La oportuna aparición de este disco doble en el catálogo del sello Prometheus, despeja cualquier duda al respecto y ofrece al aficionado, con todo el esplendor y la minuciosidad que el proyecto requiere (marca Fitzpatrick), la partitura íntegra, bajo la habitual batuta de Nic Raine al mando de la The City of Prague Philharmonic Orchestra & Chorus.
Esto implica garantía de seriedad, compromiso y entrega respecto de la partitura original, regrabada con una calidad de sonido espectacular a partir de los 90 músicos participantes (con 58 cuerdas, el triple de la sección de madera, con clarinetes y saxofones extra, además de 6 trompas, otras tantas trompetas y trombones, 2 harpas, piano, celesta, 2 guitarras, acordeón, harmónica, banjo, 7 percusionistas y el ingeniero especialista británico, Gareth Williams, al mando del novachord, una especie de primitivo sintetizador), así como 60 personas más, integrantes del coro (según enumera el propio Fitzpatrick en la carpetilla del disco).
De este modo es como se puede apreciar la magnificencia de la fanfarria compuesta por Tiomkin para el tema central, el dinamismo del tema dedicado a Pearl (una Jones definida como compuesta de “fuego y hielo” a la vez, por Selznick) y el intenso lirismo del tema de amor entre el díscolo Lewt (Peck) y Pearl, como también las variaciones de la conocida “Beatiful Dreamer”, debida a Stephen Foster y compuesta en 1862 aproximadamente, que fue incorporada al corpus dramático de la partitura a pesar de sus connotaciones diegéticas al asociarse con el personaje de Laura Bell (Gish), pues es la pieza que la mujer del Senador (el gran patriarca y cacique interpretado por Barrymore) ensaya al piano cuando Pearl llega por primera vez a la “Pequeña España” (“Spanish Bit”).

Tal vez el empleo de este último tema, ya muy popular entre los espectadores, perjudicara en parte el trabajo realizado por Tiomkin, pero en la obra queda patente la capacidad y el talento del compositor para afrontar una partitura de grandes dimensiones como esta, y su sapiencia a la hora de integrar un tema tan conocido y hacerlo perfectamente suyo.
No obstante, Fitzpatrick y Raine se encargan de dejarlo bien claro abriendo el primer disco con una amplia suite de los temas principales, “Prelude”, a la que seguirá una versión más breve, “Overture”, antes que la acción fílmica tenga lugar de un modo literal en “Selznick Logo/Main Title/Legend”, en la que de nuevo la fanfarria central ejecutada en los metales obtiene todo el protagonismo (incluyendo el efecto de sonido con disparos de revolver del original) antes de dar paso al coro, el cual en un tono lírico y provisto de connotaciones a la música nativa indígena, introduce al espectador en la desaforada leyenda de amor que va a narrar la historia.
La película, del año 1946, todavía participa del concepto “background music”, en el sentido de dotar de atmósfera al film desde el principio al final, y en el que la música suena ininterrumpidamente siendo poco habitual las escenas que no participan de la misma. Desde esta perspectiva, la trayectoria narrativa a la que se ve obligado es total, saltando de un leiv-motiv a otro dependiendo de quién o qué esté apareciendo o sucediendo en la pantalla.

Así, se pasa de la primera aparición de Pearl (“El Balero”, un breve fragmento de apenas un minuto de duración –y que tal vez está erróneamente apuntado, debiendo haberse titulado “Bolero”), bailando a las puertas del salón en que su madre, danzarina profesional, ejecuta el principal número de la noche (“Casino Dance”, provisto de una intensa percusión y de casi cinco minutos de duración), todo desde un punto de vista diegético, al trágico desenlace de este prólogo con el descubrimiento de parte de su padre, Scott Chávez (Herbert Marshall), de las infidelidades de su mujer (“Pearl´s Humiliation/Border Town Jail”), antes que este remita a su hija al cuidado de Laura Belle, su prima segunda y antiguo amor de juventud, que vive infelizmente casada con el implacable “Senador” (Barrymore).
La llegada a su nuevo hogar, en el que la espera el hijo mayor (y más cabal) del terrateniente McCanles, Jesse (Cotten), introduce el alegre tema de Pearl (“Stage Arrival/The Buggy Ride”), coincidiendo con la llegada de la diligencia que la trae y que para lo justo como para que la protagonista pueda bajarse del carruaje, recordando en parte el tema y las formas que Richard Hageman y su nutrido grupo de colaboradores hicieran famoso en el emblemático título del western por excelencia, “La Diligencia”, y que consiguió la codiciada estatuilla de la Academia en 1939.
A partir de aquí, el aluvión musical se sucede presentando a los diversos personajes, como ocurre en “Arrival at Spanish Bit/Beautiful Dreamer/Laura Belle´s Room/Beautiful Dreamer/Minnehaha”, que es un pasaje de más de cinco minutos en el que Jesse presenta a Pearl a su madre (que se asocia inmediatamente al citado y popular tema de Foster), y que finaliza con las burlas racistas del patriarca McCanles, tildando de “Pocahontas” o “Minne Ha Ha” a Pearl, cuyo nombre, según él, no le hace justicia alguna (cabe recordar que el personaje es mestizo y ello contrasta con el color que implica su nombre).

Estos bloques de larga duración van a ser los predominantes en la grabación debido a la peculiaridad citada de la “música ininterrumpida”, solamente participados de puntuales intervenciones a partir del desarrollo de los hechos, como así ocurre con la aparición del ejército (“Cavalry to the Rescue”), ante el conflicto planteado por el ferrocarril que el Estado de Texas pretende que atraviese, con el permiso de Jesse, las tierras de las McCanles, para el que Tiomkin crea una marcha en la que las 6 trompetas son las protagonistas.
O durante la escena del baile en el que supuestamente Lewt va a anunciar su compromiso con Pearl, a la que acaba por mentir y engañar, y en la que por despecho la protagonista baila con Sam (“Cowboy´s Dream”), un viejo vaquero que le dobla la edad y que, sin embargo, le pide en matrimonio (“Froliking Colts/Sam´s Proposal”).
El parecido con Lo que el viento se llevó se incrementa (ya evidente entre los personajes de Pearl Chávez y Scarlett O´Hara, a pesar de su distinto origen y condición) al fomentar el paralelismo entre la pareja formada por “Jesse and Helen” y la que componían Olivia de Havilland y Leslie Howard en aquella, destacando el carácter comprensivo y amable de ambos en contraposición al pendenciero Lewt, un gallito como bien pudo haber sido Rhett Butler en su juventud, el personaje que interpretó Clark Gable en el afamado film citado, y que acaba por asesinar a Sam, dado que no permite que nadie toque a Pearl más que él (“Sam´s Burial/Hilltop Redezvous”).
A partir de aquí, los hechos se precipitan y cabe destacar de entre la recta final, la muerte de la señora Belle, en la que el tema “Beautiful Dreamer” se escucha con todo su esplendor en las voces del coro, con apoyo de un bello y lírico solo de violín (“Mrs. McCanle´s Death”).

Los dos enormes bloques que conducen al trágico desenlace (“Laura Belle´s Ketter/Grand Hotel/The Lonely Senator” y “Duel and Transfiguration/Love Is Eternal/Finale”) se diferencian en cuanto a su intensidad, pues mientras el primero de ellos solo persigue unos fines atmosféricos, el segundo pretende estar a la altura de las esforzadas imágenes de King Vidor, un realizador tremendamente “orgánico”, que sabía mostrar los exteriores en toda su implacabilidad, haciendo sudar y arrastrarse (o retorcerse) por la tierra y las piedras a sus personajes para lograr alcanzar sus objetivos, en este caso un último beso de la persona amada.
Un final, pues, a la altura de las pretensiones del productor Selznick, que culmina con una pequeña suite (“Exit Music”) compuesta con los temas de amor de Lewt y Pearl en formato de vals, al que sigue la indicada marcha del ejército americano, y que finaliza con el tema central, una fanfarria marca de la casa, que dan paso en la grabación a una “Concert Suite” de más de doce minutos de duración que Raine y Fitzpatrick ofrecen como bonus final para disfrute del aficionado.
Remate generoso de un nuevo y jugoso proyecto de este tándem que, como el film analizado, lleva camino de convertirse en legendario.
