Gladiator (2000) Hans Zimmer

En el año 2000, la estética, la puesta en escena y la música de películas épicas como Gladiador no podían seguir los lineamientos impuestos en el género por cintas clásicas como Ben-Hur o Quo Vadis. Ridley Scott lo tenía muy claro. Los tiempos y los vientos habían cambiado, la audiencia no era la misma y nuevos gustos reemplazaban viejos paladares. Hans Zimmer fue el elegido para la tarea.

Gladiator (2000)

Hans Zimmer: La resurrección del Peplum

por Eduardo J. Manola

En los inicios del siglo XXI el prestigioso cineasta británico Ridley Scott, quizás sin proponérselo, alumbró un verdadero fenómeno conceptual en un género que se encontraba enterrado en el más ominoso de los olvidos. El péplum, comúnmente llamado “cine de romanos”, tal como se lo había estructurado y amortizado en los célebres Estudio Cinecittá era parte de la historia del cine y su implementación en la modernidad se vislumbraba como algo casi imposible. Sin embargo, una película y un realizador lograron el milagro. 

 

De la noche a la mañana, el péplum renacía, convenientemente “aggiornado”, y se convertía en un género tentador para una legión de productores y cineastas y, por supuesto, en una esperanza para el público y los cinéfilos ávidos de nuevas temáticas y proyectos que se alejaran de la mediocre y ya repetitiva seguidilla de productos sumidos en el thriller y el fantástico. El cine de género parecía recuperar su lugar desde unos años antes. El western con Tombstone: La leyenda de Wyatt Earp (Tombstone, George Pan Cosmatos, 1993), y el bélico a partir de la inconmensurable Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998) obra magna de Steven Spielberg

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El director británico RIDLEY SCOTT
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Gladiador (Gladiator, 2000) vino a inyectar nueva savia al “colossal”, el cine de la superproducción histórica, el cine de la antigüedad, que tantas joyas había legado a la cinematografía en las décadas del 50 y 60, con obras de la talla de Quo Vadis (Quo Vadis, Mervyn LeRoy, 1951), La túnica sagrada (The Robe, Henry Koster, 1953), Los diez mandamientos (The Ten Commandments, Cecil B. DeMille, 1956), Ben-Hur (Ben-Hur, William Wyler, 1959), Espartaco (Spartacus, Stanley Kubrick, 1960), Rey de Reyes (King of King, Nicholas Ray, 1961), y El Cid (El Cid, Anthony Mann, 1961), entre muchas otras. Esas superproducciones épicas contaban con bandas sonoras de calidad superlativa a cargo de verdaderos monstruos sagrados de la música de cine, como Miklos Rozsa, Alfred Newman, Elmer Bernstein y Alex North.

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Obvio es decir que la estética, la puesta en escena y la música de esas cintas no se podían repetir en la década del 2000, y Ridley Scott lo tenía muy claro. Los tiempos y los vientos habían cambiado, la audiencia no era la misma y nuevos gustos reemplazaban viejos paladares. En tal sentido, la música para Gladiador debía crearse teniendo en cuenta estos nuevos parámetros y fue Hans Zimmer el elegido para la tarea.

 

El compositor alemán de gran popularidad en ese momento, y que ya había trabajado para Scott en Lluvia negra (Black Rain, 1989) y Thelma & Louise  (Thelma & Louise , 1991), contaba en su haber con superéxitos como Rain Man (Rain Man, Barry Levinson, 1988), Llamaradas (Backdraft, Ron Howard, 1991), El rey león (The Lion King, Roger Allers/Rob Minkoff, 1994), Marea roja (Crimson Tide, Tony Scott, 1995) y La Roca (The Rock, Michael Bay, 1996). Pero nunca había compuesto una partitura para una película de época como Gladiador, y no quería convertirse en un antropólogo musical para investigar música antigua romana, como lo había hecho Miklos Rozsa para sus partituras de Quo Vadis y Ben-Hur.

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Así como la estética de Ridley Scott para Gladiador rompió con ciertos cánones que se respetaban a rajatablas en las producciones épicas de los 50 y 60, revitalizándolas con una inteligente y contenida utilización de los efectos especiales en combinación con técnicas de puesta en escena más clásica y tradicional, y una estructura narrativa moderna pero con infinidad de homenajes a aquellos films históricos inolvidables, la banda sonora de Zimmer también sacudió los estereotipos musicales que imponían esos clásicos. 

 

La propuesta del germano descoloca apenas comienza la película, porque lejos de las típicas fanfarrias y títulos principales de corte sinfónico, solemne y triunfal de aquellas viejas superproducciones, opta por un inicio musical lírico y poético, desde el tema Progeny que desemboca lánguidamente en una melodía hipnótica en la voz de Lisa Gerrard mientras la mano de Maximus (Russell Crowe) acaricia las espigas de un trigal (el tema se llama The Wheat, trigo en inglés), en una escena que ya se ha convertido en un icono del cine. La fotografía de John Mathieson, nominada al Oscar, contribuía con su intencionada palidez, y la música de Zimmer y Gerrard no hacía más que profundizar esa estética de tonalidades grises y ocres.

A propósito de Lisa Gerrard [1], el aporte de la vocalista australiana a la banda sonora se concentró en los temas que contenían voz humana. Compuso la mencionada The Wheat, y junto a Klaus Badelt escribió Sorrow, The Emperor is Dead, Reunion y Elysium. Gerrard, Badelt y Zimmer se acreditan como autores de la extraordinaria Now We Are Free que cierra la película, para la que Gerrard entremezcla palabras del hebreo, gaélico y latín, haciendo gala de sus registros vocales espectaculares y transportándonos, con esa combinación perfecta de espiritualidad y redención, a la brutal época del Imperio Romano. Ella ha dicho que la letra, lejos de tener explicación, era un idioma propio con el cual se comunicaba con los dioses en su infancia. En realidad, Now We Are Free es una combinación de los temas Earth y Elysium.

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Cuenta la leyenda que en cierto momento se le ofreció el lugar de Lisa Gerrard a un celebérrimo nombre de la lírica. Nada menos que Luciano Pavarotti fue tentado para interpretar Now We Are Free, lo que claramente buscaba dar un prestigio e interés adicional a la película, pero éste rechazó la propuesta, algo de lo que, según confesó, se arrepentió toda su vida. Sin embargo, el famoso tenor italiano se dio el gusto en 2003 de lanzar la canción Il Gladiatore en su álbum Ti Adoro, basada en el argumento de la película de Ridley Scott y en la melodía del tema Earth que Zimmer compuso para Gladiador. La versión contaba con letra especialmente escrita para la ocasión, que alude a la diosa Roma y a la victoria, y la música fue arreglada y orquestada por Gavin Greenaway, director a cargo de la Orquesta de Lyndhurst, intérprete de la banda sonora original de Gladiador.

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Una bellísima versión de Il Gladiatore fue interpretada por Andrea Bocelli en la final de la Champions League de la UEFA del año 2009 en Roma.

LA BATALLA MAS CONFLICTIVA y LAS INFLUENCIAS CLASICAS

Mención aparte merece la historia del tema The Battle que, según Zimmer ha confesado, fue el primero que compuso para la película y tendría su base profunda en un clásico vals vienés. El tema reúne varias melodías y transformaciones en su desarrollo, que se van sucediendo y adaptando a las imágenes. Así, el tema The Wheat que abre la película se funde en el inicio de la batalla dando paso a los acordes más frenéticos y metálicos, con base percusiva, que destacan primero los movimientos de las legiones romanas y su despliegue de artefactos de guerra, la aparición de las hordas germánicas desde la oscuridad del bosque, el choque entre los bárbaros y los legionarios, la carga de la caballería al mando de Maximus, y el barro del combate en su punto de cocción.

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En el desarrollo de la batalla se huele de inmediato la sombra de Los Planetas de Gustav Holst, que Zimmer enmascara hábilmente con acentos disonantes de vientos y bronces manipulados electrónicamente. Esta similitud, que no hace más que revelar la influencia de la música clásica en la estética musical de la obra de Zimmer para Gladiador, casi lo llevó al borde del plagio. La Holst Fundation demandó al compositor alemán por considerar que ciertos fragmentos de los temas The Battle y Barbarian Horde constituían una evidente copia del Primer Movimiento de The Planets, específicamente Marte, El portador de la guerra, tema que ya desarrollamos concretamente y en profundidad en TheMovieScores.com (ver Casualidad o plagio? GLADIADOR de Hans Zimmer vs. LOS PLANETAS de Gustav Holst en la sección MINIATURAS).

 

Sin embargo, Zimmer niega haber tomado la obra de Holst de manera consciente y, por el contrario, afirma haberse inspirado en los clásicos valses vieneses: “…Creo que lo de Holst evolucionó como un accidente, yo era más consciente de esforzarme por seguir el tipo de brutalidad de Stravinsky”…“Lo creas o no, basé todo el asunto en el clásico vals vienés. El concepto se desarrolló cuando visité a Ridley Scott en su trabajo en las cercanías de Farnham [en Surrey, cerca de Londres]. Estaba en las profundidades del invierno y hacía mucho frío. Dondequiera que mirara había unos 10.000 tipos en el barro, peleando, tirándose cosas unos a otros. Ridley y yo tuvimos nuestro primer encuentro en la tienda de Marcus Aurelius. Era de lo más hermoso; seda roja, dibujos de hojas de laurel dorado por todas partes, y enormes bustos de mármol de dignatarios romanos… me quedé asombrado. «¿Este es un campo de batalla y tienes un lujo como este?» «Por supuesto» replicó Ridley, «Tienes que entender que Marco Aurelio pasó 17 años en las fronteras alemanas peleando todas esas batallas, así que habría hecho que le trajeran de Roma todo lo que era civilizado y culto». 

 

De repente me di cuenta, mientras escuchaba a Ridley, con la batalla que se libraba fuera de la carpa, que todo lo que nos es caro, y que encontramos fascinante en la antigua Roma – toda la arquitectura, toda la literatura, la poesía, toda la civilización – estaba construido con la sangre y las tripas de las legiones y sus víctimas. Entonces busqué el equivalente de esa clase de formalidad, de esa civilización romana, en la música. Lo encontré en el vals vienés. Tomé su estilo, forma y estructura bien definidos y lo hice completamente salvaje. Me mantuve firme en la idea y, créanme, se hizo muy difícil en algunos lugares porque el vals es muy benigno, pero fue muy interesante ver lo que pasó cuando lo giré de cabeza. Y así esa idea se convirtió en el plano de todas las secuencias de acción.” [2]

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Zimmer continuó su defensa: «En realidad no comenzó como una cosa de Holst; en realidad estaba pensando mucho más en Shostakovich cuando estaba escribiendo. Pero creo que lo que sucede es que es un cierto lenguaje que Holst usaba, esas cosas de tipo marcial. Prokofiev lo hizo también, si escuchas su Scythian Suite y cosas así, es sólo un sonido. Y lo de Holst es en 5/4 – ¡Yo estaba tratando de escribir valses! Así que todo el mundo dice: «¡Oh, suena como Holst! Bueno, creo que me lo tomo como un cumplido. ¡No estaba tratando de copiarlo, ya sabes!”.

 

Se podría concluir que The Battle es una mezcla que repite la estructura musical de Scythian Suite de Prokofiev (en el fragmento que se escucha en el video siguiente, que corresponde al segundo movimiento “The Alien God and the Dance of the Evil Spirits. Allegro sostenuto”) con sus frenéticas variaciones, y el siniestro dramatismo de los mejores momentos del Marte de Los Planetas de Holst.

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DMITRI SHOSTAKOVICH
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IGOR STRAVINSKY
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SERGEI PROKOFIEV

El fragmento más reconocible y pegadizo de The Battle fue utilizado por Klaus Badelt, compositor que integra el equipo que Zimmer fue forjando con varios músicos que trabajaron bajo su estrella en su estudio Media Ventures (hoy Remote Control Productions), para la banda sonora de la primera película de la saga Piratas del Caribe, melodía que se convirtió, insólitamente, en la más festejada por los fans del compositor alemán, pese a considerarse una burda copia de la de Gladiador

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El compatriota germano Richard Wagner, también encuentra su lugar entre las claras influencias de Zimmer para Gladiador, específicamente en los tramos finales de los temas Am I Not Merciful y The Might of Rome, donde se observa una similitud con el ciclo de óperas épicas de El anillo de los Nibelungos (Der Ring des Nibelungen / The Ring), en especial  los temas Siegfried’s Journey to the Rhine y Siegfried’s Funeral March de la cuarta ópera, Gotterdamerung

 

Este último tema se ve reflejado en el final de The Might of Rome con muchísima claridad, y Zimmer confesó que tenía esta obra wagneriana tan en mente cuando compuso la última mitad de ese tema que sólo tardó una hora en escribirlo: “Sí, Wagner fue una elección muy consciente. Lo que más me asustó fue cuando después de ver la entrada a Roma me pareció tan acertada. Me las arreglé para asumir el estilo de Wagner con tanta facilidad que fui capaz de escribir esa pieza en una hora…” [3]

El tema The Might of Rome

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En otra entrevista Zimmer dijo: «¿Y Wagner? Obviamente, completamente! Quiero decir, Ridley filmó la entrada a Roma como la declaración más fascista de Leni Riefenstahl. ¿Pero sabes qué fue lo que más miedo me dio? Sacar a golpes esa especie de falso Wagner en unos 10 minutos y darme cuenta de lo alemán que soy! El asunto de Wagner fue tan irónico. 

 

Quiero decir, tienes que tomártelo en broma -no estamos haciendo cirugía cerebral aquí, estamos haciendo música de películas! Y estábamos haciendo una película de gladiadores: hombres con faldas y sandalias. ¡No seamos tan serios! Así que puedes hacer un poco de «codazo, codazo, guiño, guiño». ¡Tienes un juego, de lo contrario empiezas a tomarte demasiado en serio!»  [4]

 

Es indudable la belleza del tema The Might of Rome, pero sin duda la descarada utilización de la Marcha fúnebre de Sigfrido lo empaña como obra original, sin perjuicio de que el compositor haya reconocido la fuente.

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MUSICA ETNICA y de la ANTIGUA ROMA

Se puede decir que la banda sonora de Gladiador, una de las cumbres de la filmografía de Hans Zimmer, es un ejemplo perfecto de cómo la música se pone al servicio de una película, pero sin por ello perder interés cuando se la escucha en solitario. Es de esas bandas que se disfrutan tanto o más que cuando se las aprecia durante el visionado del film. 

 

Está estructurada sobre la base de diferentes temas que definen a los personajes, como Maximus, que tiene dos temas centrales (el de su componente humano y el de su perfil militar), y Comodus, el impagable villano de Joaquim Phoenix, con un tema de sinuosidades expuestas en flauta y cuerdas, que de inmediato remiten a la imagen de una serpiente, lo que describe la tenebrosa personalidad del emperador.

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Otra serie de temas se despliegan para las escenas de acción y el climax de las batallas, y otro grupo se utiliza para la ambientación étnica, con claras referencias a la música hispana, africana y de la antigua Roma. En tal sentido, por ejemplo, Zimmer requirió los servicios de la guitarra del músico brasileño Heitor Pereira, que inoculó de aroma ibérico las melodías insertadas para dibujar la presencia del personaje de Russell Crowe, el general español al servicio del emperador Marcus Aurelius, the Spaniard, como lo mencionan en el film. 

 

Pereira, que formó parte del grupo Simply Red entre 1988 y 1996, participó en otras bandas sonoras de Zimmer, como Mission Impossible 2 (Mission: Impossible II, John Woo, 2000), en la que ejecutó los recordados fragmentos flamencos en guitarra, La ruta hacia El Dorado (The Road to El Dorado, Bibo Bergeron/Don Paul, 2000), Pearl Harbor (Pearl Harbor, Michael Bay, 2001), y Madagascar (Madagascar, Eric Darnell/Tom McGrath), 2005), y se convirtió en compositor de música de cine, contando entre sus obras más destacables Gru: Mi villano favorito (Despicable Me, Pierre Coffin/Chris Renaud, 2010), Los Minions (Minions, Kyle Balda/Pierre Coffin, 2015) y Angry Birds: La película (Angry Birds, Clay Kaytis/Fergal Reilly, 2016). 

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El guitarrista brasileño HEITOR PEREIRA

A su vez, en los temas de corte oriental y africano se contó con tres notables músicos solistas, habituales ya en los trabajos de Zimmer. Ellos son Dzhiván Gasparián en duduk [5], Jeff Rona en flauta y Tony Pleeth en cello. El deseo de Zimmer de trabajar con Gasparián se vio cumplido en varios pasajes pero en especial en el tema To Zucchabar, y también en Duduk of the North, que comparte con Pereira en guitarra. Por su parte, la propia Lisa Gerrard ejecuta el ancestral Yang-chin [6], el único instrumento de cuerda por percusión que existe en la actualidad, en los temas The Emperor is Dead y Figurines. Gerrard encontró ese instrumento en un mercado de Hong Kong y, dada la cantidad de cuerdas, le tomaba una hora afinarlo para tocar luego unos pocos minutos.

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DZHIVAN GASPARIAN
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El Yang-chin o Yangquin

También se ha incluido en Gladiador, aunque en forma casi imperceptible, música originaria de los períodos etrusco y romano. El grupo Synaulia [7], integrado por el paleorganólogo italiano Walter Maioli y la antropóloga y coreógrafa holandesa Natalie Van Ravenstein, dedicado a la arqueología experimental de música y danzas de civilizaciones arcaicas, lanzó en 1996 el álbum Music of Ancient Rome Volume 1: Wind Instruments (Música de la antigua Roma, volumen 1, instrumentos de viento). Los temas Pavor y Etruria, incluidos en dicho álbum, fueron utilizados por Zimmer para ambientar musicalmente ciertos pasajes de Gladiador. El tema Etruria se escucha de fondo en la escena posterior a la batalla, mientras Maximus recorre el campamento y visita a los heridos.

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Es posible, además, detectar en el tema “The Battle” cierta influencia de la música del celebérrimo compositor británico Sir William Walton, específicamente de la suite “Battle in the Air” que escribió como música adicional para el film La batalla de Inglaterra (Battle of Britain, Guy Hamilton, 1969), cuya banda sonora fue compuesta por Ron Goodwin.

El compositor británico Sir William Walton

Es asimismo muy importante e interesante la utilización del silencio como herramienta de la banda sonora, algo que muchas veces no se aprecia pero que juega un papel trascendente a la hora de apoyar y destacar ciertas escenas, como la del combate de Maximus con el Tigris de la Galia, el único campeón invicto en la historia de Roma, en la que se prescinde de música y solo se nos exponen los aplausos de la turba sedienta de sangre, el temible rugir de los tigres que acechan a los contendientes, y el metálico sonido de las espadas en sus violentos ataques y defensas, todo lo cual exacerba la tensión de la secuencia e imprime realismo a la lucha en la arena del Coliseum.[8] 

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RIDLEY SCOTT en el rodaje de la escena del combate con Trigris of Gaul.
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OBRA CUMBRE - EPILOGO

La partitura ganó el Globo de Oro a mejor banda sonora y fue nominada a un Oscar y a un premio BAFTA en la misma categoría. El Oscar lo perdió frente a la música de Tigre y dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon) de Tan Dun.

 

Zimmer ha comentado la sensación de pánico que tiene al escribir. Le preguntaron si sentía que eso contribuía a que su trabajo suene consistentemente fresco y original, y respondió: «Completamente. El miedo es un gran motivador. Además, mira, soy un arrogante alemán bastardo, ¡enfrentémoslo! Todavía siento que quiero escribir algo bueno y siento que sólo he escrito unas pocas cosas que tal vez se acerquen. No he escrito nada grande, he escrito bien, y me gustaría llegar a lo grande». [9] 

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Gladiador es una banda sonora espléndida. La edición original del año 2000 de la discográfica Universal/Decca vendió más de 3 millones de copias, lo que provocó que se lanzara al año siguiente un segundo álbum, More Music from the Motion Pictures Gladiator, con más material, cortes inéditos y versiones alternativas, así como temas que incluían diálogos mezclados con la música.

Gladiator (2000) Hans Zimmer
Gladiator (2000) Hans Zimmer

Es preciso, yo diría, casi obligatorio dejar de lado las fuentes de las que pudo beber Hans Zimmer, disculpar influencias y similitudes, y dejarse llevar por la fuerza de la música que el alemán, con el esencial aporte de la australiana Lisa Gerrard, creó para una historia que combina pasión, grandes batallas, lealtades y traiciones, la crueldad del mundo antiguo, la venganza y la esperanza en una vida después de la muerte, en el marco del imperio romano y con los avances tecnológicos del siglo XXI. 

 

La simbiosis entre el cine y la música no pudo concretarse con mayor efectividad de la mano de un artesano como Ridley Scott, indiscutible en su impronta cinematográfica pese a algunos traspiés, y con el genio, a esta altura irreprochable, y la inspiración musical de Hans Zimmer.

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“My name is Maximus Decimus Meridius, Commander of the Armies of the North, General of the Felix Legions and loyal server to the true emperor, Marcus Aurelius. Father to a murdered son, husband to a murdered wife, and I will have my vengeance, in this life or the next”.

Mi nombre es Maximus Decimus Meridius, Comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Félix y leal servidor del verdadero emperador, Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada, y tendré mi venganza, en esta vida o en la próxima.

Referencias:

[1] Lisa Gerrard integra el grupo británico-australiano Dead Can Dance, una de las bandas de culto más importantes del rock gótico, dark wave, post-punk y world music, formada en Melbourne en 1981.

[2] Tomado de Hans Zimmer and the Gladiator, An interview with the film music composer, entrevista por Ian Lace, mayo 2000 publicada en http://www.musicweb-international.com/ cuya lectura completa les recomendamos pinchando aquí.

[3] Ibíd.

[4] Tomado de Media Ventures, Hans Zimmer & Jay Rifkin, por Mark Wherry, en soundonsound.com. Octubre 2002.

[5] El duduk es un instrumento de viento de madera de doble lengüeta originario de Armenia, relacionado con el oboe.

[6] El Yang-chin o Yangquin es un salterio de origen en el Oriente Medio (Persia, actualmente Irán), introducido en China recién durante la dinastía Ming. El salterio es un instrumento de cuerda pulsada, parecido a la cítara, que consiste en una caja de resonancia sobre la que se extienden las cuerdas, que son pulsadas por los dedos o golpeadas por una varilla de madera o metal. Chin significa mariposa y refiere a la forma del instrumento, que asemeja la del lepidóptero.

[7] El nombre Synaulia proviene de la Antigua Grecia (sunaulia), que en la antigua Roma refería a un grupo de instrumentos de viento.

[8] Para profundizar sobre el empleo del silencio les sugerimos la lectura de “M” El vampiro de Düsseldorf (1931): El silencio como herramienta de la banda sonora.

[9] Tomado de Media Ventures, Hans Zimmer & Jay Rifkin, por Mark Wherry, en soundonsound.com. Octubre 2002.

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Traducción del artículo Hans Zimmer and the Gladiator, An Interview with the Film Music Composer, una interesante entrevista que Ian Lace mantuvo con Hans Zimmer en mayo de 2000 para Musicweb-international.com.

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Guillermo Fernández Boan
Guillermo Fernández Boan
3 years ago

Impresionante la labor de investigación realizada por Eduardo Manola. Destaca incluso conociendo la profundidad analítica que le es propia y en la cual sin duda destaca claramente del resto.