THE BIRTH OF A NATION (1915)

A partir de la música de El asesinato del conde de Guisa (1908) del compositor clásico Camille Saint-Saenz, considerada la primera banda sonora de la historia del cine, se produjo una sucesión de películas que tuvieron partitura original, pero sin duda la más importante por su calidad, su planificación, y por la monumental obra cinematográfica a la que apoyó, fue la que Joseph Carl Breil compuso  en 1915 para El nacimiento de una nación, el relato épico de David Wark Griffith. Breil crea un impresionante tapiz musical de 180 minutos de música ininterrumpida, algo inusual en esa época, que construye mediante la combinación de material temático original de su autoría y piezas de la música clásica y melodías tradicionales del repertorio musical popular

THE BIRTH OF A NATION (1915)

El nacimiento de una nación

Joseph Breil: Hacia el nacimiento de la música de cine

por Eduardo J. Manola

«La música como complemento planificado del contenido de acción y el estado de ánimo de las escenas individuales no comenzó hasta que la partitura de Griffith-Breil para El nacimiento de una nación fue ensamblada.»

                                                                                              Seymour Stern, Nº 36 de la revista Film Culture (Primavera-Verano 1965) 

Los primeros atisbos de la música en el cine se dieron a través de la utilización de repertorios o archivos de selecciones de fragmentos musicales provenientes de la música clásica y también de otras fuentes como la música tradicional, la teatral, la ópera, la pantomima y otras artes, que algunos pioneros como Giuseppe Becce, Hugo Riesenfeld, y Erno Rapee, entre muchos otros, compilaban minuciosamente en cuadernos llamados cue sheets o kinotheks


En esas colecciones los músicos encargados de acompañar las proyecciones en las salas de cine tenían a su disposición, organizados y etiquetados, infinidad de segmentos musicales que podían utilizar para subrayar estados de ánimo de personajes, lugares, situaciones, misterio, terror, amor, persecuciones, etc.


La aparición del órgano Wurlitzer como nueva forma de apoyar la musicalización en el cine mudo le agregó la posibilidad de incluir algunos efectos sonoros y la practicidad de que el singular instrumento era ejecutado por una sola persona. Pero más temprano que tarde, los realizadores advirtieron que la música aportaba un componente expresivo y narrativo que esos repertorios estancos limitaban enormemente, así como también traían aparejado el problema de que no se ajustaban a la perfección a los tempos o a las velocidades de la proyección. 


El paso siguiente y absolutamente lógico fue reemplazarlos por música especialmente compuesta para cada película. Esto fue un proceso que se fue desarrollando con cierta cautela y significó el nacimiento de la música de cine. 

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Giuseppe Becce y Hugo Riesenfeld
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Erno Rapeé

El asesinato del conde de Guisa (L’assassinat du duc de Guise, André Calmettes-Charles De Bargy, 1908) del compositor clásico Camille Saint-Saenz es considerada la primera banda sonora de la historia del cine, que dura escasos 10 minutos pues el film era un cortometraje y, a partir de allí, se produjo una sucesión de cintas que tuvieron música original, pero sin duda la más importante por su calidad, su planificación, y por la monumental obra cinematográfica a la que apoyó, fue la partitura que Joseph Carl Breil compuso  en 1915 para El nacimiento de una nación (The Birth of a Nation), el relato épico de David Wark Griffith que, con una duración de 3 horas y 10 minutos, recrea la Guerra Civil Americana, el asesinato de Abraham Lincoln, y el período de reconstrucción que le siguió, incluido el surgimiento del Ku Klux Klan, a través de las vidas de dos familias ficticias: los Stoneman de Pennsylvania y los Cameron de Carolina del Sur.

 

Se dice que después de ver la película italiana Cabiria en 1914, para la que Breil compiló y dirigió la música original compuesta por Ildebrando Pizzetti y Manlio Mazza en las proyecciones efectuadas en Chicago, San Francisco y Los Angeles, Griffith sintió la necesidad de contar con una partitura musical completa para su film y que se fijó en el joven compositor, a quien habría contratado, en principio, para que pusiera música de fondo en el set de rodaje.

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Camille Saint-Saëns
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Melvyn Stokes, escritor y profesor de Historia del Cine, escribió: «Como ha comentado Russell Lack, Griffith fue uno de los pocos cineastas que se tomó la música en serio e intentó mejorar el acompañamiento musical de sus películas. De los recuerdos de sus compañeros de trabajo, incluyendo a Lillian Gish y Karl Brown, está claro que sabía mucho de música. 

 

A menudo cantaba arias operísticas en el plató durante el rodaje (Brown recuerda extractos de I Pagliacci y Tosca y sus intentos de modelarse en el estilo de canto de Titta Ruffo en lugar de en el del más famoso Caruso). Algunas de las tramas de sus películas fueron «prestadas» de óperas: «La venganza de un loco» (1909) se basaba en Rigoletto”.[1]

 

Seymour Stern, autor de un largo artículo sobre la película y su música, añadió: «Breil parece haber sido el primer compositor de música para películas, aunque tal vez no necesariamente el primer músico, que entró en las películas, profesionalmente. […] Sin embargo, ni Breil ni ningún otro compilador de música de películas de la época compuso una partitura original completa para una película«.[2]

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Breil crea un impresionante tapiz musical de 180 minutos de música ininterrumpida, algo inusual en esa época, que construye mediante la combinación de material temático original de su autoría y piezas de la música clásica y melodías tradicionales del repertorio musical popular. La inclusión de ese material no original fue necesaria por el escaso margen de tiempo que le concedió la producción a Breil. La selección de temas no originales no respondió solamente al criterio de ajuste técnico a la imagen, sino también a una decisión artística de lenguaje narrativo de la música para la mejor comprensión del espectador. Así, en las secuencias de batalla se emplean himnos y temas asociados con los ejércitos contendientes: “Battle Hymn of the Republic” para el de la Unión y “Dixie” para los confederados del Sur, lo que se convertiría en un cliché para las escenas de batallas que se filmarían en Hollywood. 

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Birth of a Nation – Foster- The Old South (Camptown Races) – Joseph Carl Breil
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Birth of a Nation – Flag of the Confederacy (Bonnie Blue Flag) – Joseph Carl Breil

Por su parte, los esclavos negros son identificados con el célebre spiritual “Go Down Moses” y Abraham Lincoln con el himno “Hail to the Chief”. Utilizó también la “Cabalgata de las Valkirias” de Richard Wagner para señalar a los hombres del Ku Klux Klan.

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Birth of a Nation – Wagner-Ride of the Klansmen – Joseph Carl Breil
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Para la identificación de los diferentes personajes de la película, o grupos de personajes o diferentes ideas, se utilizó tanto material original compuesto por Breil como piezas musicales preexistentes, lo que convierte a la banda sonora de El nacimiento de una nación en una obra musical temáticamente muy rica. Cada uno de los principales actores y facciones de la historia recibe un tema de Breil. 

 

En ocasiones se le adjudica una pieza musical preexistente, aunque en la mayoría de los casos se le aplica un tema original. Esto supone uno de los primeros casos en la utilización del leitmotiv propugnado por Wagner y el romanticismo clásico.

 

A su vez, variaciones de esos temas interactúan entre sí y con interpretaciones de algunas piezas de obras clásicas y melodías populares famosas de la época, como por ejemplo “In The Hall Of The Mountain King” de Edvard Grieg o la Obertura de la ópera “Norma” de Vincenzo Bellini. Es notable la forma en que esas famosas piezas se mezclan a la perfección con la música original de Breil, tanto que es fácil confundirlas entre sí para quien no está habituado.

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Birth of a Nation – Stoneman Library; Lydia Brown – Joseph Carl Breil

Resulta también muy interesante apreciar cómo el equilibrio entre el material preexistente y el material original evoluciona a lo largo de la película. En la primera mitad de la película, Breil utiliza gran cantidad de piezas musicales preexistentes y muy conocidas, como marco de referencia para que el espectador se familiarice con la trama. Al mismo tiempo, la música original de Breil se va introduciendo pero dosificada. Ya en la segunda mitad, el compositor se va liberando paulatinamente del material preexistente y deja que su propia música vaya tomando protagonismo, pues el público ya logró su identificación. Sin embargo, el clímax del film se apoya en mayor medida en música preexistente.

 

En tal sentido, Breil sostenía que: «…desde siempre el slogan de los compositores de música de cine ha sido que la pantalla exprese el motivo o el tema – y ahora utilizan la música para ello y lo hacen a menudo en el progreso de la obra [sic] – pero no siempre con sabiduría. […] El compositor debe recordar que un personaje al que ha etiquetado con un tema en su primera entrada no aparece en las mismas condiciones – en el mismo entorno – ni en el mismo estado de ánimo psicológico en cada reaparición. Por lo tanto, el leitmotiv debe ser variado en sus presentaciones posteriores para adaptarse a las nuevas situaciones. Y el mayor desarrollo del tema no debe aparecer en la parte inicial de la partitura, sino hacia el final donde se encuentra el clímax de toda la acción

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Breil fue, además, un músico muy astuto que comprendió las posibilidades comerciales de la música en el cine y también la vio como una forma de promoción de las películas. Así, escribió un tema de amor titulado “The Perfect Song”, que tendría un gran éxito y cuya partitura muchos comprarían para interpretarla al piano en sus hogares.

 

Cabe destacar que toda la compilación, arreglos e incluso la composición, que hubo de adaptarse a las más de 1.500 escenas, fue realizada durante ocho semanas por Breil con la estrecha colaboración de Griffith, quien participó activamente en su creación, seleccionando él mismo muchas de las piezas que terminaron en la película, recurriendo a su propio y rico acervo de melodías folclóricas memorizadas del Sur, e incorporando en la partitura una gran cantidad de pistas y temas extraídos de la música de fondo sinfónica de más de una docena óperas y sinfonías. 

 

La partitura fue compuesta bajo la supervisión personal de Griffith y sujeta a su estricta aprobación, por lo que bien se puede decir que es obra de ambos. Por ello, Griffith aparece acreditado también como compositor de la música de El nacimiento de una nación.[3]

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UN TERCERO EN DISCORDIA

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La primera proyección pública de la película se dio en la Opera House de Riverside, California, el 1 y 2 de enero de 1915, y se presentó con el título alternativo de The Clansman. Fue una proyección privada, previa a la premiere que se llevó a cabo el 8 de febrero ante 3.000 personas en el Clune’s Auditorium de Los Angeles.

 

Curiosamente, la música de Breil no se usó en esa ocasión tan importante, sino una compilación realizada por Carli Densmore Elinor, un eximio violinista rumano, exiliado en Estados Unidos, de gran prestigio en el Los Angeles de 1914, que era una celebrada personalidad y el más aclamado arreglador y conductor de orquesta de partituras para películas. Era, además, el Director General de los Teatros Clune, cuyo propietario era William H. Clune, un magnate que tenía un imperio de teatros en esa ciudad y que había aportado una importante suma a Griffith para que pudiera terminar el rodaje de El nacimiento de una nación.

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Pese a que Breil y Griffith habían compuesto la música, Elinor fue designado para que condujera la orquesta de 40 músicos en la premiere de la película que se llevaría a cabo en Los Angeles en el Auditorium Theatre Beautiful, lo que, por supuesto, no le gustó nada a Breil, que vio que su obra no sería escuchada en Hollywood. Griffith y Clune estaban convencidos de que el prestigio que precedía a Elinor les haría ganar más dinero en la premiere. Incluso Griffith contrataría a Elinor para que escribiera y arreglara la música de Hearts of the World (1918). 

 

El rumano, que contrariamente a Breil, creía y defendía que no hacía falta componer música original para el cine, sino que bastaba con utilizar la excelente música de compositores clásicos o canciones populares conocidas por el público, se limitó a compilar piezas de ese material preexistente, y su trabajo solo fue usado en las exhibiciones del film en esa zona. Los ensayos con varias orquestas se realizaron durante 12 días bajo la batuta de Elinor.

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La música original de Breil se ejecutó en el estreno de la película en el Liberty Theatre de New York, y en todas las demás ciudades en donde fue estrenada. Fue una de las primeras partituras de un film en ser interpretada por una orquesta sinfónica completa y coro (variando el número de instrumentos entre 20 y 90 dependiendo del teatro donde se proyectaba).

 

La banda sonora de El nacimiento de una nación de Joseph Carl Breil tuvo fundamental trascendencia en la evolución de la música de cine e influyó en muchos de los compositores cinematográficos por su utilización del leitmotiv, su combinación de música original y música prestada de otras fuentes, y por su excelente planificación.

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Referencias:

 

[1] Stokes, Melvyn, D. W. Griffith’s the Birth of a Nation: A History of The Most Controversial Motion Picture of All Time, Oxford University Press, 2008.

[2] Stern, Seymour, D. W. Griffith’s 100th Anniversary the Birth of a Nation, FriesenPress, 2014.   

[3] Stern, Seymour, op.cit.

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Miguel
Miguel
3 years ago

Muy buen artículo.creo que la banda sonora completa de una película fue Máx Steiner para lo que el viento se llevo