
Mario Castelnuovo-Tedesco
BIOGRAFIA
Florencia, Toscana, Italia, 3 de abril de 1895 – Los Angeles, California, Estados Unidos, 16 de marzo de 1968 (72 años)
Pianista y prolífico compositor italiano, nacionalizado estadounidense, que cultivó todos los géneros, convirtiéndose en uno de los máximos representantes de la música italiana contemporánea, y con una amplia impronta en la música de cine, no solo como compositor sino también como maestro de varios de los más célebres compositores cinematográficos de la siguiente generación, entre ellos André Previn, John Williams, Henry Mancini, Jerry Goldsmith y Nelson Riddle. Si bien su listado de bandas sonoras no supera las 40 partituras, se cree que escribió muchas más en las que no figuró acreditado.
Nacido en el seno de una prominente familia de banqueros judíos-sefaradíes, su padre pretendía que Mario forjara su futuro en el mundo de la banca, ello a pesar de que desde muy joven ya era un consumado pianista. Fue su madre la que reconoció el talento musical de su hijo y consiguió que su marido acabara cediendo para que Mario pudiera perseguir sus propias ambiciones.
Fue ella también la que movió algunos contactos para que llegara hasta Ildebrando Pizzetti, la figura musical que definió su vida con la que estudió composición, y también a Edgardo del Valle Paz para estudiar piano en el Conservatorio Cherubini de Florencia.
Su carrera como compositor comenzó con “Cielo di settembre”, su primera pieza para piano escrita con tan solo quince años —que recién estrenó en el Politeama Fiorentino bajo la batuta del propio Pizzetti en 1917―, y con varios temas líricos, como el “Stelle cadenti” (1915) y “Coplas” (1916), este último sobre melodías españolas, ganando en 1925 el premio del Estado con su ópera “La Mandragola”, basada en la comedia de Maquiavelo.

Su reconocimiento musical hizo que llegara a ser identificado con el singular sobrenombre de “musicista fiorentino”, con una clara influencia de su maestro Pizzetti y del impresionismo de Debussy, y tras completar sus estudios, comenzó a labrarse una buena reputación en su país y conoció a varios compositores y músicos importantes, como Manuel de Falla y Arturo Toscanini.
En la década del treinta, Castelnuovo-Tedesco ya era uno de los principales compositores contemporáneos italianos, pianista muy solicitado y un crítico musical reconocido en el ambiente, lo que lo llevó a colaborar con prestigiosos intérpretes, como el guitarrista Andrés Segovia, el violinista Jascha Heifetz y el violonchelista Gregor Piatigorsky, elevando su fama internacional y profundizando el éxito en su carrera.
Con cierto predominio de la música para la escena, escribió cinco óperas, entre ellas “Bacco in Toscana” (1925); dos basadas en obras de Shakespeare y otra basada en La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde; cuatro ballets, como “Pesce turchino” (1937), y música ambiental.
Adscrito a los postulados más renovadores de la música italiana e influenciado por el neoclasicismo, su producción orquestal incluye oberturas para varias obras de Shakespeare, conciertos para violín, para piano, para violoncelo y para guitarra, instrumento que aparece en varias de sus obras, como en un Quinteto para cuerda y en una Sonata con flautas. En el campo de la música de cámara creó dos quintetos para piano, un concertino para arpa y cuarteto de cuerdas, dos tríos para piano y sonatas para violín, clarinete, trompeta y bajo.
«Les Guitares bien tempérées – Prelude e Fugue in Ab» – music by Mario Castelnuovo-Tedesco


Sin embargo, los oscuros nubarrones del fascismo de Mussolini y sus políticas discriminatorias cambiaron el destino de Castelnuovo-Tedesco, que vio cómo las autoridades cancelaban las representaciones de sus obras por el hecho de ser judío. Así, algunos amigos influyentes (entre los que se encontraban Toscanini, Heifetz y el violinista Albert Spalding) le ayudaron a salir clandestinamente de Italia y llegar a Estados Unidos poco antes del estallido de la guerra en Europa.
“A los cuarenta y cuatro años, cuando vi truncada mi exitosa carrera en Italia, destruido por decreto de un plumazo el edificio que con tanta paciencia había construido, me pregunté: À quoi bon? ¿Qué sentido tiene? Tanto la gloria como el renombre me parecen, como de hecho lo son, vanitas vanitatum [1]”.
El 13 de julio de 1939, Mario y su esposa Clara, embarcaron en Trieste con sus dos hijos en el S.S. Saturnia. Oficialmente, se presentó el viaje a las autoridades como una gira de conciertos de ida y vuelta con regreso a Italia en agosto, pero en realidad, la familia emigraba solapadamente a América.
Al desembarcar en Nueva York el 27 de julio de 1939, el asistente personal de Toscanini se reunió con la familia en el muelle para ayudarles con los preparativos de su instalación en la villa de Larchmont. Castelnuovo-Tedesco tenía un acuerdo para debutar en Estados Unidos interpretando como solista su segundo concierto para piano con la Filarmónica de Nueva York en el Carnegie Hall.
Más tarde, el violinista Jascha Heifetz negoció en su representación un contrato con la MGM, que lo llevó a trasladarse al año siguiente a Beverly Hills, donde comenzó a dar clases en el Conservatorio de Los Angeles y viviría hasta el final de sus días.
Sus inicios en la música de cine en los estudios MGM fueron prósperos, pero Castelnuovo-Tedesco sentía que su trabajo no alcanzaba el reconocimiento personal y artístico que sí tenía su obra en Italia, y le decepcionaba que las escenas y los efectos sonoros ocultaran muy a menudo las partituras. Además, su mérito se veía constantemente usurpado por los compositores veteranos o por los directores musicales, que eran los que se llevaban la acreditación en las películas como autores de la música que, en rigor de verdad, componían aquellos “compositores fantasma”, entre los que se encontraba Castelnuovo.
Entre sus partituras cinematográficas más destacadas, muchas de ellas sin acreditación, figuran Alma en la sombra (Rage in Heaven, 1941); La llama sagrada (Keeper of the flame, George Cukor, 1942) con Spencer Tracy y Katharine Hepburn; Bajo sospecha (Above Suspicion, Richard Thorpe, 1943) con Joan Crawford; El retorno del vampiro (The Return of the Vampire, Lew Landers, 1943) con Bela Lugosi; La cruz de Lorena (The Cross of Lorraine, Tay Garnett, 1943) con Gene Kelly; Hitler’s Madman (Douglas Sirk, 1943).
También Diez negritos (And Then There Were None, René Clair, 1945); El coraje de Lassie (Courage of Lassie, 1946) con Elizabeth Taylor; Shadowed (John Sturges, 1946); Almas borrascosas (Time Out of Mind, 1947); The Loves of Carmen (1948) con Rita Hayworth; El temible Robin Hood (Rogues of Sherwood Forest, Gordon Douglas, 1950) y La espada de Montecristo (Mask of the Avenger, Phil Karlson, 1951), ambas con John Derek; Enemigos del Rey (The Brigand, Phil Karlson, 1952); y Tras sus propias huellas (The Long Wait, Victor Saville, 1954) con Anthony Quinn. Participó además en las partituras de más de 150 películas componiendo música de stock sin acreditación alguna.
The Loves of Carmen – «Dance Scene Theme» – music by Mario Castelnuovo-Tedesco
Paralelamente a su trabajo en el cine y en la enseñanza, Castelnuovo-Tedesco escribió muchas piezas musicales serias para conciertos viviendo en los Estados Unidos, destacando más que nada sus partituras para guitarra, entre las que figuran los preludios y fugas de “Las guitarras bien temperadas”; “Los 24 caprichos de Goya” para guitarra solista; y especialmente sus conciertos para guitarra nº 1 Opus 99 (dedicado a Andrés Segovia); para guitarra nº 2 Opus 160; y para dos guitarras Opus 201.
Como maestro de compositores, su figura e influencia ha sido muy importante, no sólo en la música de cine, sino en la música estadounidense en general. Al hablar de su vida, Castelnuovo-Tedesco reflexionó que la música y la composición en América se convirtieron en “…un acto de fe, de la fe que heredé de mi padre, de mi madre, de mi abuelo…”
«Los 24 caprichos de Goya» – music by Mario Castelnuovo-Tedesco
Referencias:
[1] Tópico literario que significa «vanidad de vanidades» y recuerda que la muerte es inevitable (memento mori), por lo que no vale la pena vivir en la apariencia y centrado en el propio «yo». Por el contrario, se ha de aprovechar el tiempo en ideales nobles.
Eduardo J. Manola - 9 de diciembre de 2022
