Allí no se limitó a ello, sino que de inmediato se convirtió en la enfermera personal de Walt Disney, cuando casi todas las tardes, alrededor de las cinco, lo visitaba en la sala lateral de su despacho para tratarlo de la dolorosa lesión en el cuello que el productor había sufrido en 1938 jugando al polo, y de sus problemas crónicos de sinusitis.
Walt llamaba a la habitación su «Lugar de la risa», y se tomaba un whisky mientras se desahogaba de las frustraciones del día conversando con Hazel, que pasó a ser su confidente y consejera en diversos temas, llegando a tener cierto poder en el Estudio por esa estrecha relación con su dueño, apoyándolo incluso en su proyecto para fundar el famoso Mickey Mouse Park en 1952, convenciendo a su hermano Roy Disney, y aportando sus ahorros personales en el emprendimiento.