Localizado en la época de Octavio Augusto (Andrés Resino), este post-péplum español centra su interés en la rivalidad existente entre el implacable general Marco Vespasiano Agripa (Paul Naschy) -destinado, al inicio, por el propio César al norte de Hispania- y Corocotta (Dan Barry), gigantesco cabecilla de las tribus cántabras.
Corocotta es herido durante cierta escaramuza, lo cual provoca un impasse en la lucha. Su hermana Elia (Verónica Miriel), guerrera tan feroz como él, se introduce por la noche en el campamento romano. Accede a la tienda de Vespasiano con el propósito de asesinarlo mientras duerme. Vespasiano reacciona a tiempo, litigando contra ella. El vigilante, alarmado, ensarta el hombro femenino con una saeta. Marco, conocido por frecuentar a las cántabras, decide que la mujer sea curada. Ambos terminan enamorándose. Elia consigue retener a Vespasiano, lo cual permite que Corocotta se recupere. Las posturas antagónicas de los amantes tornan imposible la relación. Elia regresa con los suyos. En la cueva de la tribu, Corocotta monta en cólera contra su hermana, pues la cree desleal, pero los más allegados detienen su mano: entre ellos, Turenia (Blanca Estrada), esposa del soberano y el tremebundo consejero Labaro (Alfredo Mayo).
Octavio, desplazado a Hispania, interroga a Vespasiano, reforzando su confianza en él. Más tarde, Sonanso (Antonio Iranzo), traidor con el rostro desfigurado, a quien guían los celos, el despecho por el rechazo de Elia, emborracha a parte de la tribu cántabra, soliviantándola contra la mujer, quien termina lapidada. Corocotta regresa tarde pero a tiempo de despeñarlo… En conclusión, el vibrante duelo en la playa entre Vespasiano y Corocotta decidirá el destino inmediato de Hispania.