Centrándonos en el filme que nos ocupa, realizado con oficio por Vari (cultivador del eurowestern que dispone de otro péplum anterior a este, igualmente inédito en nuestro territorio, La vendetta dei barbari -1960-, con Daniella Rocca y Anthony Steel, sobre el saqueo de Roma por parte de los visigodos), no podemos olvidar que su protagonista principal, Manni, cultivó el péplum en su rama fantástica gracias a La conquista de La Atlántida (Ercole alla conquista di Atlantide, Vittorio Cottafavi, 1961) y la coetánea Ursus il terrore del kirghisi (Antonio Margheretti y Ruggero Deodato, 1964).
Otro que laboró para el péplum, pero lo hizo tras abandonar el cine norteamericano -donde merece recordársele tan solo por su psicópata de Mientras Nueva York duerme (While the City Sleeps, Fritz Lang, 1956)- haciendo aquí también los villanos, fue John Drew Barrymore, hijo de John Barrymore y padre de Drew Barrymore. Baste recordar su taimado Ulises para La guerra de Troya (La guerra di Troia, Giorgio Ferroni, 1961), precisamente el único Odiseo negativo del épico transalpino.
Así las cosas, no resulta nada sorpresivo que en Roma contro Roma, cuyo marco histórico-geográfico se localiza en la Armenia ocupada por el ejército romano, Manni encarne al centurión Gayo y Barrymore al maquiavélico brujo nativo Aderbad; además, en cuanto a simpatías, Cinecittà solía posicionarse, como resulta lógico, del lado romano de la Historia.
Más ambiguo resulta Azer (Hersent), caudillo armenio rebelde desgajado del grupo que lidera Aderbad. Desprecia el uso de encantamientos, o resurreccionismo, empleados por el hechicero, jugando limpio en todo momento, o sea, mostrando nobleza en su rivalidad con el Imperio Romano. De hecho, cuando descubre a Gayo, junto a otro jinete, cruzando por su territorio sin intención hostil, le deja marchar con vida, ante la sorpresa de sus hombres y del propio Gayo.