Cuando el director Jan de Bont escuchó la banda sonora de Amor a quemarropa (True Romance, Tony Scott, 1993) quedó impactado. Enseguida llamó a Hans Zimmer, quien había compuesto esa música con la colaboración de una joven promesa que tenía asociada a su empresa Media Ventures, Mark Mancina, para pedirle su opinión sobre la posibilidad de que éste compusiera la música para su próximo proyecto: Speed.
Zimmer de inmediato le respondió que Mancina estaba plenamente capacitado y le sugirió a De Bont que le encargara el trabajo. El problema surgió cuando la productora del film, la 20th Century Fox, se negó a contratar a un novato y desconocido compositor para semejante tarea. La película era una producción importante del estudio y se pretendía a alguno de los grandes compositores para que escribiera la partitura.


Desoyendo la negativa del estudio, De Bont contactó a Mancina y le encargó directamente el trabajo. El joven compositor comenzó a escribir pero se encontró en medio de una pelea entre el director y la Fox, un tira y afloje que se extendió por varias semanas, en el que Jan De Bont defendió a capa y espada a su elegido.
Finalmente, la Fox cedió y Mancina fue confirmado. Pero le quedaban tan solo cinco semanas para componer y grabar la partitura.
En tan escaso plazo, Mancina logró completar una excelente y muy efectiva banda sonora para Speed, que resume y capta perfectamente el sentido de la película y realza con habilidad las secuencias de acción que riegan toda la cinta.
La velocidad de Mancina hizo honor al título de la película.


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Eduardo J. Manola – 27 de octubre de 2020