Sir Malcolm Henry Arnold, trompetista, conductor y compositor, fue uno de los máximos exponentes de una extraordinaria generación de grandes compositores británicos que lideraron la música de la segunda mitad del siglo XX.
Miembro de una familia de clase media acomodada, el menor de cinco hermanos, tenía una relación muy cercana con Ruth, su hermana mayor, que le transmitió su pasión por la música. Su padre tenía una fábrica de zapatos por lo que Malcolm no pasó penurias económicas y pudo educarse musicalmente, ya que la familia tenía tradición musical pues el abuelo era maestro de música en la capilla de la iglesia de Northampton, y su tío le consiguió lecciones del organista de St. Matthew, la iglesia de su ciudad. A los doce años se sintió impactado al escuchar en Bournemouth a Louis Armstrong en vivo, lo que lo llevó enseguida a tomar clases de trompeta con Ernest Hall, uno de los trompetistas más importantes de la época y miembro de la Orquesta Sinfónica de la BBC.
En 1941, a los veinte años, y luego de casarse con Sheila Nicholson, fue aceptado como segundo trompeta en la Orquesta Filarmónica de Londres, y en 1943 fue ascendido a trompeta principal. La Segunda Guerra Mundial lo puso entre la espada y la pared, ya que, como muchos de los compositores de la época, fue un pacifista que se declaró objetor de conciencia y se negó a alistarse. Sin embargo, uno de sus hermanos resultó muerto en combate, y las personas de su entorno lo presionaron para que se aliste como voluntario, cosa que hizo en 1944, pero ya su mente comenzó a jugarle malas pasadas y, por razones que nunca llegaron a aclararse, se pegó un tiro en un pié, lo que le ocasionó una lesión que lo dejó fuera del frente de batalla. Al regreso de la contienda, entre 1945 y 1946, volvió a la Sinfónica de la BBC, otra vez como segundo trompetista al lado de su maestro Ernest Hall, y luego a la Filarmónica de Londres, permaneciendo hasta 1948, experiencias que le otorgaron un amplio conocimiento de la instrumentación y, al mismo tiempo, la posibilidad de participar en obras de grandes compositores como Bartok, Gershwin, interpretar sinfonías de Mahler, y tocar bajo la dirección de monstruos sagrados como Leonard Bernstein, desarrollando su innata capacidad de orquestador en la que se destacaría.
Su prestigio creció y rápidamente fue reconocido como uno de los trompetistas británicos más importantes del momento, pero él desdeñaba de la ejecución y quería perfeccionarse en la composición, campo en el que había estudiado con Gordon Jacob en el Royal College of Music de Londres. Su primera obra sería la obertura Beckus the Dandipratt, que compone en 1943 y que grabaría con la Orquesta Filarmónica de Londres, ejecutando él mismo la trompeta, sumándose luego algunas piezas de cámara, y abandonando acto seguido su actividad como intérprete. A partir de allí, se dedicaría a la composición en forma exclusiva.