
Segunda entrega de esta historia que iremos contando en varios capítulos. Lamberto Del Álamo nos deleita nuevamente con su análisis sobre las talentosas mujeres que han puesto su trabajo y sensibilidad al servicio de la banda sonora. HEROINAS Parte II ¿Quiénes son, de dónde vienen? La respuesta al alcance de la mano, como siempre, en TheMovieScores – PASION POR LA MUSICA DE CINE.
HEROÍNAS
Mujeres compositoras de bandas sonoras
PARTE II
por Lamberto Del Álamo
¿Quiénes son? ¿De dónde vienen?
El número de mujeres compositoras de bandas sonoras es escandalosamente bajo en relación a sus colegas masculinos, y la tendencia hacia su invisibilización resulta chocante. Valga como ejemplo el injustificable olvido de muchas de ellas en la bibliografía especializada. En nuestro ámbito más cercano es fácil comprobar cómo Eva Gancedo, pese a haber obtenido un Goya por su partitura para La buena estrella en 1997, no aparece en el Diccionario de compositores cinematográficos de Luis Miguel Carmona, publicado en 2003; es decir, seis años después. Datos como este resultan desalentadores y no contribuyen a que conozcamos el trabajo de las mujeres que se dedican a la música para el audiovisual y, más concretamente, a la música cinematográfica.
Eva Gancedo alterna su actividad compositiva con la docencia. En la actualidad imparte clases en el Máster de Composición para Medios Audiovisuales en el Centro Superior Katarina Gurska de Madrid

Una de las pocas mujeres compositoras conocidas por el gran público y que sí aparece en los diccionarios es la británica Rachel Portman, quien suele representar en solitario a todas sus colegas también en las listas de los cien mejores compositores cinematográficos de la historia que circulan por Internet. Los otros 99 de estas listas son todos hombres. La obra de Rachel Portman consta de más de cien títulos, incluyendo largometrajes, cortometrajes, series y otros trabajos para la televisión.

Para hacernos una idea de quiénes son las compositoras cinematográficas más relevantes podemos tomar como punto de partida un artículo publicado en 2009 por Matilde Olarte Martínez, catedrática de Música en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca: “Música de cine compuesta por mujeres. La utopía del universo femenino”. En este trabajo figura un listado de las 58 compositoras de música incidental de cine y televisión que están registradas y, por lo tanto, cobran derechos de autor. Se trata de una lista en la que figuran compositoras de todo el mundo y que incluye las que, a juicio de la autora, son más conocidas por el gran público.
En los años transcurridos entre 2009 y la actualidad es evidente que muchas mujeres se han incorporado a la industria cinematográfica como compositoras. La más exitosa de todas es, sin duda, la islandesa Hildur Gudnadóttir que, como sabemos, obtuvo el tercer Óscar femenino de la historia con su partitura para Joker (Todd Philips, 2019). Entre los jóvenes valores emergentes destaca la británica Mica Levi quien, con 33 años y apenas media docena de largometrajes en su haber, se ha hecho un hueco entre los grandes.

Mica Levi se dio a conocer internacionalmente en 2013 con la película Under The Skin (Jonathan Glazer), para la que escribió una partitura “espeluznante y sexy” (como ella misma la calificó) influida por Iannis Xenakis, John Cage, la Euphoric Dance y la música de los clubs de striptease.
Con estas dos nuevas incorporaciones el listado original de Matilde Olarte quedaría con sesenta nombres de mujer, muy desigualmente repartidos sobre el mapamundi: veinticinco en Europa, veintitrés en EE.UU. y Canadá y ocho en Asia (casi todas japonesas). De las cuatro restantes, tres son australianas y una neozelandesa.

Por fortuna varias de estas compositoras (en mi opinión más o menos un tercio del total) están empezando a ser conocidas entre los aficionados y ocupan un lugar relevante en la industria cinematográfica. Me estoy refiriendo a aquellas que cuentan en su haber con un buen número de partituras para largometrajes ampliamente distribuidos en todo el mundo o que (como es el caso de Wendy Carlos) son suficientemente conocidas. Si nos fijamos en el año de nacimiento de las profesionales de este selecto grupo, en el que he incluido veinte nombres muy significativos, comprobaremos que más de la mitad de estas mujeres nacieron alrededor de 1960:

Germaine Tailleferre (Francia, 1892-1983).
Única componente femenina del grupo Les Six. Partituras para cortos, documentales y cinco largometrajes franceses.

Ann Ronell (EE.UU., 1905-1993).
Formación en jazz y música clásica. Trabajó para Walt Disney y en Broadway. Primera compositora nominada al Óscar en 1945.

Angela Morley (Gran Bretaña, 1924-2009).
Compositora, directora y arreglista británica que se trasladó a EE.UU. Conocida por series como Dinastía y Dallas, obtuvo varios Emmy.

Nora Orlandi (Italia, 1933)
En algunas de sus muchas bandas sonoras (todas italianas) firmó como Joan Christian. Gran especialista en spaghetti western y giallo.
Wendy Carlos (EE.UU., 1939)
Famosa por sus dos largometrajes con Kubrick (La naranja mecánica y El resplandor) es una pionera de la música electrónica.

Eleni Karaindrou (Grecia, 1941)
Etnomusicóloga y especialista en jazz y música popular griega, formó tándem con el director Theodoros Angelopoulos.

Shirley Walker (EE.UU., 1945-2006)
Pianista, programadora de sintetizador, orquestadora y directora, escribió la partitura de muchas series para tv, cortos y documentales. Compuso la banda sonora de un buen número de películas de serie B.

Anne Dudley (Gran Bretaña, 1956)
De gustos eclécticos (música pop, electrónica y clásica) fue la segunda mujer en conseguir un Óscar por su partitura para Full Monty.

Eva Gancedo (España, 1958)
Compositora y pedagoga formada en la Berklee School, formó tándem con el director Ricardo Franco. Goya por La buena estrella (1997)

Rachel Portman (Gran Bretaña, 1960)
Una de las compositoras más prolíficas y reconocidas internacionalmente y la primera en conseguir el Óscar de Hollywood.

Béatrice Thiriet (Francia, 1960)
Muy reconocida en su país, ha escrito la partitura de más de veinte largometrajes, además de numerosos cortos y documentales.

Jocelyn Pook (Gran Bretaña,1960)
Kubrick la lanzó a la fama con su Eyes Wide Shut. Ha colaborado con el director vasco Julio Medem (Caótica Ana y Habitación en Roma)
Lisa Gerrard (Australia, 1961)
Lo abarca casi todo, desde la vanguardia al canto búlgaro, sin olvidar la música clásica. Esta compositora-cantante colaboró con Hans Zimmer, alcanzando éxito y renombre con Gladiator de Ridley Scott, obteniendo el Globo de Oro a la Mejor Música Original en 2001.

Michiru Oshima (Japón, 1961)
Sofisticada, nostálgica y neoclásica, domina los temas épicos y marciales. Tiene gran repercusión en Japón y ha compuesto la música de casi 200 largometrajes, multitud de videojuegos y películas de animación.

Yoko Kanno (Japón, 1963)
En gran medida autodidacta, admira a Ravel y Debussy. Licenciada en literatura japonesa, ha trabajado con orquestas sinfónicas europeas. Compone para videojuegos, animación, anuncios y cine.

Debbie Wiseman (Gran Bretaña, 1963)
Acumula múltiples honores y becas. Dirige las bandas sonoras de sus películas, casi todas británicas.

Annette Focks (Alemania, 1964)
Tiene amplia proyección en Alemania y en el resto de Europa. Le gustan las películas con problemáticas diversas, feministas y sociales.

Victoria Kelly (Nueva Zelanda, 1973)
Estudia composición cinematográfica en EE.UU. y lleva una intensa vida musical en su país como compositora de bandas sonoras para cine y televisión.

Hildur Gudnadóttir (Islandia, 1982)
Violonchelista. Tercera y última mujer que gana un Óscar (Joker, 2019). Piensa que la música es una buena herramienta para concienciar sobre la igualdad.

Mica Levi (Gran Bretaña, 1987)
Guitarrista, conjuga la música de vanguardia y el pop experimental. Una de las compositoras más prometedoras.
Si exceptuamos a Ann Ronell (1905-1993), ninguna mujer llegó a alcanzar tanta gloria como la que disfrutaron los grandes compositores del Hollywood de la era dorada (años 30 a 50). La que más pudo acercárseles fue precisamente esta polifacética profesional (compositora, directora musical, letrista…) que fue contratada en 1933 por los Estudios de Walt Disney con apenas 20 años, supo lo que significaba triunfar en Broadway y tocó con la punta de los dedos un Óscar en 1945 (¡Cincuenta y un años antes de que lo ganara la primera mujer!).
Ninguna más de las que aparecen entre las dieciocho que propongo, experimentó lo que es tener un trabajo seguro y bien remunerado en el departamento musical de alguno de los grandes estudios de Hollywood, lo cual significaba la oportunidad de escribir partituras para las colosales superproducciones de la época.
Para terminar conviene decir que las mujeres que aparecen en esta lista, y otras muchas de las que han accedido a la industria audiovisual, lo han hecho en bastantes ocasiones al ser requeridas expresamente por directores a quienes agradaba su forma de trabajar. Con frecuencia estos directores (ocasionalmente también directoras) terminaron sintiéndose identificados con su música y formaron un productivo tándem con ellas. Este es el caso, por ejemplo, de Eva Gancedo y Ricardo Franco, Jocelyn Pook y Julio Medem y Eleni Karaindrou y Theo Angelopoulos.

Eleni Karaindrou, gran conocedora del folklore griego, puso música a La eternidad y un día (1998), La mirada de Ulises (1995) y Paisaje en la niebla (1988), todas ellas obras maestras de Theodoros Angelopoulos.
Conviene decir que este pequeño ejército de mujeres ha aportado y está aportando calidad y cualificación a la composición para el audiovisual. Algunas de ellas, como las españolas Eva Gancedo y Zeltia Montes se han formado en el Berklee College of Music de Boston, ambas de manera muy brillante, igual que la estadounidense Suzanne Ciani (especialista en música electrónica) y la alemana Christine Aufderhaar.

Las británicas Mica Levi y Debbie Wiseman han estudiado en la prestigiosa Guildhall School of Music and Drama de Londres. En otros países, donde no han existido centros especializados de formación, las compositoras cinematográficas han salido de los conservatorios o de la música popular, viéndose obligadas con frecuencia a aprender el nuevo oficio de manera más o menos autodidacta.



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