
Entre las innumerables películas que poblaron la década del cincuenta con monstruos de todas las medidas, hombres menguantes, hormigas gigantes, lagartos desmesurados y mujeres avispas, La mosca ocupa un lugar destacado en los anales de la Science Fiction cinematográfica. Al terror de la bomba atómica se sumaban experimentos de transportación molecular que terminaban en tragedia. La música jugaba su basa en la propuesta.
THE FLY (1958)
La mosca
Paul Sawtell & Bert Shefter: Lirismo musical para el horror
por Eduardo J. Manola
Dentro de esa inagotable lista de clásicos de la Ciencia Ficción (Sci Fi) que nos regaló la prolífica década de los cincuenta, La mosca (The Fly, 1958) dirigida por Kurt Neumann y protagonizada por ese incombustible maestro del terror y el misterio que fue Vincent Price, es una de esas producciones más que modestas que terminan ubicándose, sin despeinarse, entre las películas más interesantes y recordadas de todos los tiempos, con algunas escenas que ya forman parte indiscutible de la iconografía del cine fantástico.
Contrariamente a lo que era el común de las producciones del género en aquella época, que se financiaban con presupuestos raquíticos y no despertaban demasiado interés ni cuidado en los estudios que las llevaban adelante, la 20th Century Fox dotó a La mosca del aspecto de una superproducción, asignándole la nada despreciable suma de 400.000 dólares.
Los fondos se gastaron en el excelente reparto y en unos decorados que incluían un muy convincente laboratorio que costó 28.000 dólares (incluida la inquietante prensa hidráulica, de centralidad en la tragedia), y el que representa la planta de Delambre Freres Electronics, con un efectivo y áspero aire industrial. También el espléndido Technicolor y la pantalla en CinemaScope encarecieron la película, pero le imprimieron una pátina de calidad que en otras producciones similares de la época brillaba por su ausencia.
Acabó reportando a la Fox unos 3 millones de dólares en taquilla y su éxito dio lugar a dos secuelas rápidas en blanco y negro, El regreso de la mosca (Return of the Fly, 1959) y La maldición de la mosca (The Curse of the Fly, 1965), y generó el remake dirigido por David Cronenberg en 1986, Jeff Goldblum y Geena Davis.

La trama adapta una historia del escritor franco-británico de ciencia ficción George Langelaan, que apareció originalmente en el número de junio de 1957 de la revista Playboy, y fue adaptada por el futuro autor de Shogun, James Clavell.
Comienza con la investigación de lo que aparenta ser el asesinato del científico Andre Delambre (David Hedison), a manos de su esposa Helene (Patricia Owens), cuyo relato de los hechos hacen creer a François Delambre (Vincent Price), hermano de la víctima, que la mujer se ha vuelto loca, mientras el inspector Charas de la policía (Herbert Marshall), piensa que lo ha asesinado.
Sin embargo, la insistencia de Helene en justificar la muerte de su marido para evitarle el sufrimiento que padecía como consecuencia de un trágico experimento, hace que François y Charas se adentren en la investigación. A través de flashbacks, veremos que Andre había creado un transportador de materia, que desintegraba los átomos en un lugar para luego reconstituirlos en otro.
Tras varios intentos fallidos, uno de los experimentos tiene un éxito parcial, lo que anima a Andre a introducirse él mismo en el transportador molecular, pero cuando lo hace, no advierte que una mosca se había colado con él, mezclando sus átomos y produciéndole una horrible mutación: se convertirá en un hombre con la cabeza y un brazo de mosca.
Excelentes fueron los efectos especiales de Ben Nye, que fabricó la convincente e inolvidable cabeza de mosca, con unos grandes y brillantes ojos de color verde metálico, que también mueve los probóscides[1]. Nye realizaría diez años después, los magníficos maquillajes de prueba para El planeta de los simios (1968).
La mosca es, con diferencia, la película más conocida y de mayor éxito de Kurt Neumann, un cineasta de origen alemán que llevaba trabajando sin descanso en Hollywood desde principios de los años treinta, convertido en el principal director de las películas de Tarzán protagonizadas por Johnny Weissmuller, y que falleció pocos meses después de su estreno.
En los albores de la década del cincuenta, Neumann incursionó en la ciencia ficción y el terror con películas como Rocketship X-M (1950), y Kronos y She Devil, ambas de 1957. Entre los medios técnicos destacables de La mosca, cabe mencionar la excelente fotografía del veteranísimo Karl Struss, que superaba los setenta años en el momento del rodaje y se retiró al año siguiente.

Struss rodó trece películas con Neumann, y en su haber como director de fotografía se cuentan filmes como la obra maestra del cine mudo Amanecer (Sunrise: A Song for Two Humans, 1927) de Murnau, por la que obtuvo el primer Oscar a mejor fotografía; el Ben-Hur de 1925 de Fred Niblo; Dr Jekyll and Mr. Hyde (1931) de Rouben Mamoulian; The Sign of the Cross (1932) de De Mille; y El gran dictador (1932) y Limelight (1940) de Chaplin.
Al trabajo de fotografía en CinemaScope de Struss, bañada en colores saturados y suntuosos, hay que agregar los efectos especiales fotográficos de L.B. Abbott, encargado habitual de este rubro en la Fox, que aporta su magia añadiendo a las imágenes reales efectos de luces que simulan la desintegración, transporte e integración de la materia en la que trabaja Andre.
EL VUELO SONORO Y MUSICAL DE LA MOSCA
En lo que hace al sonido, La mosca alardeó de una banda sonora estereofónica con cuatro pistas de sonido magnético, que incluye diálogos direccionales en la versión original, todo a cargo de un equipo integrado por Eugene Grossman, Harry Leonard, Don Isaacs y Dick Jensen.
Entre esos efectos sonoros figura el ya icónico grito de un David Hedison convertido en una diminuta mosca con cabeza humana atrapada en una telaraña, a punto de ser engullida por una araña: ¡Help me! ¡Help me!, sonaba desesperado ante la incrédula mirada de Vincent Price, Herbert Marshall y el niño Charles Herbert (que caracterizaba al hijo de Andre).
Price y Marshall se partieron de risa durante el rodaje de la escena: “Era terrible”, contó Price, “nunca conseguíamos decir bien las líneas porque cada vez que la vocecita de la mosca decía ‘¡Ayudadme! ¡Ayudadme!’, gritábamos de la risa. Acabamos haciendo unas 20 tomas para conseguirlo”.
A Hedison, sin embargo, no le hizo mucha gracia cómo acabó sonando su grito en el montaje final: “Optaron por ese efecto, realzar mi voz para que sonara como una ardilla o algo así, lo que para mí no tenía ningún sentido”.
La música fue otro de los aspectos más relevantes de La mosca. Escrita por Paul Sawtell y Bert Shefter, la partitura confiere al film una efectiva atmósfera de amenaza latente, pero al mismo tiempo lo enaltece con varias piezas de corte romántico, como el tema de amor de André y Helene, que pone de relieve su relación matrimonial, pero a la vez introduce sutilmente la sensación de tragedia que sobrevendrá en sus vidas cuando el científico se convierta en una horrible mosca.
La colaboración Sawtell / Shefter en La mosca fue quizás una de las más líricas del género, evocando estilísticamente a aquella generación de bandas sonoras que compusieran Frank Skinner y Hans J. Salter para la saga de terror de la Universal de principios de los años cuarenta.



The Fly – «Main Titles» – music by Paul Sawtell & Bert Shefter
Es una partitura que se centra en crear miedo y alimentar el misterio, pero que no se olvida de introducir el lirismo que precisa la historia de amor que subyace en la trama. Presenta sus momentos inquietantes y ominosos, pero buena parte de la primera mitad del film está dedicada al material que describe la vida familiar del malogrado científico interpretado por Hedison.
El tema de amor es exuberante y arrollador, aunque ligeramente oscuro. Un delicado toque romántico que se nutre además de una sutil cadencia rítmica que bebe de los valses vieneses de finales del siglo XIX, con una elegante escritura para las cuerdas.

The Fly – «Happy Couple» – music by Paul Sawtell & Bert Shefter
Al iniciarse la película, tras el habitual tema de la 20th Century Fox de Alfred Newman, la música de Sawtell y Shefter acomete con fuerza sinfónica, bien en la línea de las partituras que acostumbraban presentar los filmes del género. Comenzando con un crescendo de metales y trompas, la pieza nos prepara para el horror que vendrá a continuación.
Rimbombante y amenazadora, acompañada por el zumbido de una mosca, rápidamente pasa a las cuerdas y desciende a las románticas notas del tema de amor, para regresar, estridente otra vez, cuando aparece en los créditos la dirección de Kurt Neumann.
Ese fragmento musical, es recurrentemente empleado en diversos pasajes del film casi como ese recurso conocido como sting chord, para provocar el impacto del terror, como cuando Andre revela accidentalmente su garra de insecto a Helene, o cuando esta descubre la cabeza de mosca de aquel.
En esa escena, la estridencia inicial del tema principal se trastoca en una versión más triste del tema de amor, cuando Andre levanta en brazos a Helene desmayada, y la deposita con ternura sobre un sofá pretendiendo tranquilizarla.
El tema que Sawtell y Shefter disponen para la secuencia de la telaraña es sobrecogedor. Va creciendo y creciendo mientras vemos a la araña que se acerca para comerse a la pequeña mosca humana en que se ha convertido Andre. El clímax llega con un estruendo discordante después de que Charas las aplaste a ambas con una roca.
El director Kurt Neumann hace también un acertado uso del silencio, dosificando la eficaz partitura musical. En varios pasajes del film, la música se retira, dejando que su ausencia contribuya a la atmósfera de tensión, en un perfecto equilibrio dramático entre ambos elementos.
Bernhard Kaun, veterano compositor y orquestador de música cinematográfica, con películas como Frankenstein (1931) y El bosque petrificado (1936) en su dilatado haber, fue el conductor de la orquesta en la grabación de la partitura.


The Fly – «Help Me!» – music by Paul Sawtell & Bert Shefter

La mosca fue, es y será un clásico del cine de ciencia ficción, con un toque de sofisticación que la mayoría de las películas de monstruos de los cincuenta no tenían, con excelentes estándares de producción, un elenco de primer nivel, y una atmósfera inquietante y siniestra, apoyada en muy solventes efectos especiales. A su resultado, contribuye una banda sonora tan efectiva como inspirada, tremendamente lírica y espeluznante a la vez.
Una película de terror elegante, única en el panteón de los thrillers de ciencia-ficción de los años cincuenta. Calificada de “extraña obra maestra” por The Hollywood Reporter y como “la película más originalmente sugestiva desde La cosa” por The New York Times, La mosca destaca en una época llena de lagartos gigantescos, monstruos fabricados con trajes de goma, y Zsa Zsa Gabor encarnando a la reina del espacio exterior.


The Fly – «Finale» – music by Paul Sawtell & Bert Shefter

“La mosca me pareció una película maravillosa, entretenida y muy divertida. Tenía una sensación de suspense. No sabías lo que iba a pasar”. Vincent Price dixit.

Referencias:
[1] Órgano bucal de forma alargada, propio de algunos insectos, invertebrados marinos y otros animals, que les sirve para succionar alimentos.