Luego del éxito obtenido con Pépé le Moko (1937), el prestigioso cineasta francés Julien Duvivier fue invitado por la MGM a dirigir una versión muy libre de la vida de Johann Strauss (hijo) que se llamó El Gran Vals (The Great Waltz) y contó con el actor belga Fernand Gravey (acreditado como Fernand Gravet) en la piel del famoso compositor. La actriz alemana Luise Ranier encarna a Poldi Vogelhuber, la sufrida y abnegada esposa, y la polaca Milizia Korjus, como la magnífica soprano Carla Donner, se roba el protagonismo. Cabe aclarar que estos dos últimos son personajes de ficción.
El argumento del film, repleto de licencias, cuenta que en 1845 en Viena, en una época en la que un vals no era considerado como música culta, Johann Strauss II, (Schani para sus amigos), prefería escribir e interpretar valses más que cualquier otra cosa, lo que le trae no pocos inconvenientes, como, por ejemplo, ser despedido de su trabajo en un banco por distraerse con la música. Así, decide dar crédito a su pasión y formar una orquesta, componiendo algunas piezas que son escuchadas por algunos famosos cantantes de ópera, incluyendo a Carla Donner, que lo ayudan a exponerlas al público, a la realeza y al editor de música Julius Hofbauer. Strauss se hace famoso en el ambiente musical de Viena, mientras se devanea entre el amor a su fiel esposa y la pasión destructiva por la Donner.