
Aquel inolvidable clásico de aventuras marinas dirigido por el gran John Huston contó con una magnífica partitura, debut y despedida de Philip Sainton, un desconocido compositor británico que desapareció de la música de cine tan rápidamente como había ingresado, pero dejando una obra que ha sabido resistir al paso del tiempo y cosechar el reconocimiento de sus pares y del público.
MOBY DICK (1956)
Philip Sainton: La música de la ballena blanca
por Eduardo J. Manola
Moby Dick – «Soliloquy» – music by Philip Sainton
«Y amontonó sobre la joroba blanca de la ballena, la suma de toda la rabia y el odio que sentía toda su raza. Si su pecho hubiera sido un cañón, habría disparado su corazón sobre él».
Herman Melville
El imperecedero clásico de la literatura norteamericana de aventuras marinas escrito en 1851 por Herman Melville, que muchos de nosotros hemos leído con aquel entusiasmo adolescente que no sabía de redes sociales ni de video games, fue una obsesión para ese tenaz artesano que fue John Huston, que se pasó tres años intentando llevar a la gran pantalla Moby Dick, luchando contra la resistencia de los estudios que rechazaban el proyecto porque la historia, por cierto bastante deprimente, no tenía toques románticos ni papeles femeninos.
El relato está ambientado hacia 1841, en el puerto ballenero de New Bedford, Massachusetts, y cuenta la obsesión del capitán Ahab, a quien una enorme ballena blanca le arrancó una pierna cuando trataba de cazarla, y desde ese día su venganza no conoció límites, llevando a la destrucción a su barco, el Pequod, y a su tripulación al sacrificio.
El mismo Ahab perece ahogado, al quedar atrapado entre arpones y cuerdas atado al costado de la bestia, y mientras la apuñala es arrastrado por la ballena a las profundidades, tras lo cual el gigantesco cetáceo blanco asegura su triunfo sobre la humanidad embistiendo y hundiendo al Pequod.

Huston consiguió interesar a los hermanos Mirisch, que en aquel entonces dirigían la Moulin Productions, y tras ellos se sumó el apoyo de United Artists con la condición de que el personaje central del capitán Ahab fuera interpretado por un actor de renombre.
El director había pensado en su padre, Walter Huston, pero este falleció durante los largos años de preproducción de la película, tras lo cual varios nombres rutilantes desfilaron por los platós para hacerse con el papel, entre ellos Gary Cooper, John Wayne, Errol Flynn, Burt Lancaster y Marlon Brando.
Finalmente fue Gregory Peck el elegido, cuya actuación fue muy criticada, más que nada por la diferencia de edad entre el actor y el personaje, y el propio Peck siempre se mostró insatisfecho con su participación en el film. Junto a él estarían Richard Basehart como Ishmael, Leo Genn como Starbuck, Orson Welles como el Padre Mapple y Friedrich von Ledebur como Queequeg (este último tras la imposibilidad de Woodie Strode, comprometido en la filmación de Los diez mandamientos de DeMille).
Asignado un presupuesto de 2 millones de dólares, que incluía el rodaje en el Mar de Irlanda, el director le encargó la adaptación de la novela a Ray Bradbury, con quien venía hablando del proyecto hacía tiempo, y se guardó algunos retoques propios para el guion.
Las condiciones tormentosas del complicado rodaje, que por insistencia de Huston se llevó a cabo a bordo de un barco real en alta mar (conforme recuerda Walter Mirisch), provocaron que el reparto y el equipo enfermaran, retrasando la producción y elevando el presupuesto a 4,5 millones de dólares, aunque aún así consiguió cubrir sus costes de producción, obteniendo un beneficio de 700.000 dólares.



La leyenda sobre la producción de la película relata que la ballena Moby Dick era un enorme animatronic de 25 metros de largo, recubierto de goma y con su estructura reforzada con acero, del que se habrían construído dos modelos completos, con un coste aproximado de 30.000 dólares cada uno. Se dijo también que ambos modelos se perdieron en el mar durante el rodaje, y que se tuvo que construir un tercer animatronic para las secuencias que debían filmarse en las Islas Canarias.
Tanto Huston como Peck, entre otros, a lo largo de los años, alimentaron esa leyenda hablando de cómo durante el rodaje en el Mar de Irlanda, la producción había perdido tres ballenas blancas de goma. Sin embargo, el director de fotografía Oswald Morris, en su autobiografía titulada «Huston, tenemos un problema», afirma que nunca se construyó un modelo completo de Moby Dick, sino que al costado del Pequod una barcaza de atrezo transportaba diversas partes de la ballena, como las aletas y la joroba, que se utilizaban según las necesidades.

Por su parte, unas ballenas a cuerpo completo en miniaturas de diferentes tamaños se filmaron en los estudios Shepperton, en un tanque especial diseñado por el experto en efectos especiales Augie Lohman, mientras que todas las tomas de la cabeza del cetáceo se rodaron en interiores, pues las mandíbulas, los ojos y otros componentes no podían hacerse funcionar en mar abierto.
UN DEBUTANTE EN LA MÚSICA DE CINE
En una decisión muy poco habitual para una producción de semejantes proporciones, John Huston le encargó la música de Moby Dick al compositor británico Philip Sainton, que nunca antes había compuesto para una película. Su idea inicial era que los compositores británicos se conectaban musicalmente de manera muy natural con el mar, pero se cuidó muy bien de asegurarse que su elección era correcta. Antes de contratarlo, le pidió que escribiera una música original para el himno “Las costillas y los terrores en la ballena”, cuyas estrofas Melville había escrito en la novela y rezaban así:
«Las costillas y los terrores en la ballena,
Arquearon sobre mí una lúgubre penumbra,
Mientras todas las olas iluminadas por el sol de Dios rodaban,
Y me dejaron profundizando hacia la perdición.
Vi las fauces abiertas del infierno
con interminables dolores y penas;
Que nadie más que los que sienten pueden contar…
Oh, me hundía en la desesperación.
En negra angustia, llamé a mi Dios,
Cuando apenas podía creerlo mío,
Él inclinó su oído a mis quejas.
No más la ballena me confinó.
Amén».
Muy entusiasmado por el ofrecimiento de Huston, ya que siempre había querido componer para una película, Sainton se esforzó mucho para ganarse el encargo y compuso una melodía sencilla y solemne unida a coros mixtos que el director consideró perfecta para la escena en la que los balleneros cantan en la capilla y le contrató de inmediato, pero advirtiéndole que necesitaba que la partitura fuera «operística» y que la terminara en no más de seis semanas a partir de que la película estuviera totalmente terminada.
Moby Dick – «Ribs and Terror in the Whale (Hymn)» – music by Philip Sainton

Sainton, que no estaba acostumbrado a los tiempos del cine, sintió que esa espera para empezar a componer era una pérdida de tiempo que luego se le volvería en contra, ya que Huston le había dado sólo seis semanas. El director aceptó el planteo de Sainton, y le invitó a asistir al rodaje, para que se inspirara y pudiera adelantar el trabajo creando melodías y temas, y cronometrar las escenas para luego sincronizar la partitura.
Barbara Clark, hija de Philip Sainton, contaba así la experiencia de su padre en Moby Dick:
“En 1954/5, mientras era profesor de conjunto en la Guildhall School of Music, mi padre conoció al director de cine John Houston. El resultado de esta reunión fue que el Sr. Huston le encargó a mi padre que escribiera la partitura de su película Moby Dick (1956). Esperar hasta que la película estuviera completa, mirarla y luego tener seis semanas para escribir la partitura no atraía a mi padre.»
«Señaló que escribir una partitura en seis semanas era una imposibilidad física y mucho menos creativa, por lo que se acordó que mi padre vería las escenas filmadas y luego escribiría la música para esas escenas, durante la realización de la película. Escribía con un cronómetro en una mano y un bolígrafo en la otra con el piano en algún punto intermedio. Más tarde, Charlie Chaplin le encargó que escribiera la partitura de King in New York de, pero mi padre tuvo diferencias con el señor Chaplin en ciertos puntos y renunció”.

La historia de Moby Dick es, básicamente, la historia de la desigual lucha del hombre contra la bestia, y allí estaban en juego poderosas emociones que Sainton supo dotar de fuerza y expresividad, logrando que su música fluyera con la prosa de Melville y la fotografía de Oswald Morris.
Para ello, compuso dos temas principales para desarrollar el paisaje sonoro que se imaginó tras sus experiencias presenciando el rodaje en los platós de Moby Dick y que impulsan la narración de Huston: uno para el capitán Ahab, que destila toda la ira y el resentimiento que aprisiona su alma atormentada, identificándolos con potentes estridencias de trombones y trompetas.
La orquesta fue dirigida por Louis Levy, uno de los grandes directores musicales de los inicios del cine, cuando aún no había compositores de música cinematográfica, que en aquel entonces era el director musical de los estudios Elstree.

Moby Dick – «Ahab’s Introduction» – music by Philip Sainton
El otro tema principal es el de Moby Dick, la ballena blanca, el monstruo motivador de la obsesión de venganza de Ahab, construido sobre unas cuerdas vibrantes, y apoyado en maderas y trompas feroces que parecen desatar a la bestia desde las profundidades del océano. Los temas de Ahab y Moby Dick están concebidos para fluir y mezclarse en esa lucha por la vida y la muerte, unidos por un fatídico destino común.
Moby Dick – «Moby Dick Appears» – music by Philip Sainton

En la partitura aparecen otros motivos que contribuyen a la narrativa de la película, como el tema del Pequod, la nave capitaneada por Ahab y que tendrá el mismo trágico final que toda la tripulación, o el tema del mar, que habla de la alegría de navegar y de la atracción que genera en los viejos marineros en busca de aventuras, sostenido por flautas, clarinetes, arpa y celesta, desplegados en suaves arpegios.
«La magia del agua que aleja a todos los hombres de la tierra, los conduce por colinas, arroyos y ríos hasta el mar… el mar, donde cada hombre, como en un espejo, se encuentra a sí mismo», escribía la pluma de Melville, y Sainton plasmó esa magia en su música.
Moby Dick – «Sea Music» – music by Philip Sainton
Moby Dick – «There She Blows» – music by Philip Sainton

Moby Dick – «Pequod’s Departure» – music by Philip Sainton
A esos dos motivos, se suman otros como el tema de la amistad que une a Ishmael (Richard Basehart) y a Queequeg, que corre a cargo de maderas y cuerdas delicadas, y el inquietante tema unido al misterioso personaje de Elijah (Royal Dano) que se enfrenta a Ishmael y Queequeg en el muelle, y que estalla en acordes oscuros y profundos de las cuerdas apenas aquel les advierte del peligro que corren al embarcar en el Pequod, presagiándoles que Ahab y toda la tripulación perecerán, y que sólo se salvará uno.
Además de toda esta música compuesta por Sainton, el compositor echa mano de una canción tradicional de cantina marina llamada «I Go no More A-Rovin», también conocida como “The Maid of Amsterdam” y que se habría escrito alrededor de 1608, que Sainton denomina «Ishmael Bonds with the Men» en la partitura, y la introduce cuando Ishmael estrecha lazos con los marineros que cantan y bailan, tomando ron en la taberna local:
“I’ll go no more a rovin’ with you fair maid
A-roving, A roving, since roving been my ruin
I’ll go no more a -roving with you fair maid.
Her cheeks were red,
Her eyes were brown,
What else was I to say?
Her cheeks were red,
Her eyes were brown,
Her curly hair
Was hanging down.
“I’ll go no more a rovin’ with you fair maid
A-roving, A roving, since roving been my ruin
I’ll go no more a -roving with you fair maid”.
«No volveré a vagabundear contigo, hermosa doncella.
Vagabundeando, vagabundeando, ya que vagabundear ha sido mi ruina
No volveré a vagabundear contigo, hermosa doncella.
Sus mejillas estaban rojas,
Sus ojos eran marrones,
¿Qué más podía decir?
Sus mejillas estaban rojas, Sus ojos eran marrones,
Su pelo rizado le colgaba.
No volveré a vagabundear contigo, hermosa doncella
Vagabundeando, vagabundeando, ya que vagabundear ha sido mi ruina.
No volveré a vagabundear contigo, hermosa doncella».

La banda sonora se completa con otras canciones tradicionales como “Hill an’Gully Rider”, originaria de Jamaica; “Blood Red Roses”, un shanty marino tradicional irlandés que dataría de 1879; y “We’re all Bound to Go”, otro shanty marino asociado al éxodo irlandés de 1840 y 1850, también conocido como “Heave Away, Me Johnnies”.
UN LEGADO DE UNA SOLA PIEZA
Algunos analistas sostienen que hay varios fragmentos de la música de Sainton para Moby Dick que recuerdan la sonoridad del compositor londinense Arnold Bax, dueño de un estilo que combinaba elementos musicales del romanticismo y el impresionismo, con una profunda influencia de la música celta.
Un ejemplo de ello sería la inquietante escena en la que Ahab se niega a ayudar a un compañero capitán de barco a buscar marineros perdidos en el mar, pues ello le haría perder tiempo y posiblemente el rastro de la ballena a la que está persiguiendo.
También se le atribuye a la música de Sainton influencia de la escuela británica de Vaughan Williams y Elgar, y se la incluye en la tradición de contemporáneos como los ingleses Gerald Finzi y Herbert Howells, y la galesa Grace Williams, encontrándosele además reminiscencias del británico Frederick Delius, particularmente en los episodios recurrentes que retratan musicalmente el mar.
La magnífica interpretación que Gregory Peck hace del obsesionado y enloquecido Ahab, que muchos han tildado de sobreactuada, se vio favorecida por la contenida música de Sainton, que la convierte en escalofriantemente creíble.
Moby Dick – «Carnival» – music by Philip Sainton

En comparación con las exuberantes producciones de los compositores de Hollywood más famosos de su época, como Max Steiner, Erich Korngold o Alfred Newman, la orquestación de Saiton resulta claramente más austera, pero se adapta perfectamente al escenario sombrío de aquella Nueva Inglaterra en el que se ambienta la película, poblada de colonos británicos, mayormente puritanos, que destila una identidad cultural propia.
Cuando John Huston contrató a Sainton, este nunca antes había compuesto una partitura para una película, y fue Moby Dick la primera y última banda sonora de su carrera. Ese único aporte le bastó para ganarse un merecido lugar destacado en la música de cine, dejando una verdadera obra maestra para la posteridad que, además, nos hace preguntarnos qué otras maravillas nos podría haber regalado de haber compuesto música para otras películas.
Moby Dick – «The Great Whale» – music by Philip Sainton
