
Hugo Friedhofer
BIOGRAFIA
San Francisco, California, Estados Unidos, 3 de mayo de 1901 – Los Angeles, California, Estados Unidos, 17 de mayo de 1981 (80 años)
Hugo Wilhelm Friedhofer fue un violonchelista, orquestador y compositor de música de cine, de formación clásica y con una impresionante carrera en Hollywood trabajando con los más grandes compositores de la época dorada, como Max Steiner, Alfred Newman y Erich Wolfgang Korngold.
Su padre era un violonchelista formado en Dresde, Alemania y su madre, Eva König, era alemana. Friedhofer comenzó a tocar el violonchelo a los 13 años, y recibió clases de armonía y contrapunto en la Universidad de California, en Berkeley, mientras ingresaba como violonchelista en la Orquesta Sinfónica Popular de San Francisco. Rápidamente puso su experiencia musical al servicio de la vida laboral tocando en orquestas de teatro y acompañando películas mudas y espectáculos de teatro entre los largometrajes. También empezó a escribir arreglos musicales y trabajó en el Teatro Granada, que se convirtió en el Paramount Theatre en 1931, teniendo la oportunidad de escribir algo de música incidental.

En 1929 se trasladó a Hollywood y allí conoció y se hizo amigo del violinista y compositor de música cinematográfica George Lipschultz, que casualmente era el director musical de la Twentieth Century Fox en ese momento. Lipschultz le pidió que cubriera una plaza de músico para la grabación de una partitura en un pequeño estudio. Ese fue el comienzo de la carrera de Friedhofer en el cine, trabajando en producciones de la Fox como Sunny Side Up (1929) y Grand Canary (1934), y componiendo gran cantidad de música incidental y de archivo para varios estudios, aunque sin ninguna acreditación en los filmes: su nombre no aparecía, como era habitual en aquellos tiempos.
En esa época también Friedhofer aprovechó para estudiar composición con Ernst Toch, un compositor austríaco de música clásica que estaba haciendo alguna incursión en el cine y a quien ayudó en su partitura para Sueño de amor eterno (Peter Ibbetson, 1935), protagonizada por Gary Cooper, para la Paramount. En 1940, Toch destacaría por su partitura para el clásico de la Sci Fi Doctor Cyclops, compartida con sus colegas Gerard Carbonara y Albert Hay Malotte.
A pesar de que quería componer, Friedhofer comenzó a destacarse como un gran orquestador, y en él se fijó Erich Korngold, que en ese momento era relativamente nuevo en Warner Bros., donde Max Steiner era el rey. Warner lo contrató de inmediato para arreglar partituras de musicales y orquestar partituras, y le asignó en gran medida colaborar con Steiner y Korngold, dado que, además, hablaba alemán. Steiner, en particular, confió mucho en la habilidad de Friedhofer para convertir sus bocetos en partituras orquestales completas. Incluyendo las de todas las partituras de Korngold y cincuenta de las de Steiner, Friedhofer orquestaría o dirigiría musicalmente 105 películas hasta mediados de los años cincuenta.
Su tremenda efectividad se hizo legendaria, y al mismo tiempo constituyó un problema para Friedhofer, pues pasó a ser demasiado valioso como orquestador y director musical como para que la Warner le dejara libre para componer hasta finales de los años treinta.
Su primera partitura cinematográfica completa y con acreditación fue para Las aventuras de Marco Polo (1938), para Samuel Goldwyn, tras ser recomendado por Alfred Newman. La primera para Warner fue El chico de Oklahoma (1939), con James Cagney debutando como cowboy. No recibió crédito por ésta, co-escrita con Steiner, ni por El signo del Zorro (1940), co-escrita con Newman, ni por su trabajo en varios de los filmes de Errol Flynn, como Robin de los bosques (1938), Dodge City (1939), La vida privada de Elisabeth y Essex (1939) y Camino de Santa Fe (1940), que firmaban alternadamente Steiner y Korngold. Para la MGM, por ejemplo, fue el orquestador y compuso música adicional en Lo que el viento se llevó.
Durante los años de la guerra y después de ella, Friedhofer estuvo muy ocupado, pero no obtuvo el crédito de compositor que le correspondía, como en el caso de Gilda (1946). En total, no se le acreditó como compositor en unas 120 películas.
Recién logró desvincularse de Warner Bros en 1946 para trabajar como compositor independiente, y recibió el gran premio de inmediato. Una vez más, fue Newman quien le recomendó ante Samuel Goldwyn, esta vez para componer la banda sonora de Los mejores años de nuestra vida (The Best Years of Our Lives, 1946) del gran William Wyler, y con ella ganó merecidamente el Oscar a la mejor partitura, superando a sus más reconocidos colegas: Bernard Herrmann, Miklós Rózsa, William Walton y Franz Waxman.
Friedhofer también fue nominado en otras ocho ocasiones, por sus partituras para: The Woman in the Window (1946), en colaboración con Arthur Lange, La mujer del obispo (1947), Juana de Arco (1948), Above and Beyond (1952), Between Heaven and Hell (1956), Boy on a Dolphin (1957), An Affair to Remember (1957), y The Young Lions (1958).
Entre las bandas sonoras más destacables de Friedhofer, además obviamente de las nominadas que acabamos de reseñar, cabe mencionar: Náufragos (1944), dirigida por Alfred Hitchcock; Flecha rota (1950) para Delmer Daves; El gran carnaval (1951) para Billy Wilder; Hondo (1953), Los diablos del Pacífico (1956) y El bárbaro y la geisha (1958), las tres para John Wayne; el inolvidable western de Robert Aldrich, Veracruz (1954); Fiesta (The Sun Also Rises, 1957) para Henry King; Cuando hierve la sangre (1959); El rostro impenetrable (1961) para Marlon Brando; Gerónimo (1962); y Secreta invasión (1964) y la extraordinaria El barón rojo (1971) ambas para Roger Corman.
También incursionó en la televisión, participando en la música de varias series como Viaje al fondo del mar, Cuero crudo, Yo soy espía, F.B.I., y Barnaby Jones.
Hugo Friedhofer fue un compositor cinematográfico consumado, con carácter y sensibilidad, condiciones no fáciles de aunar y que le permitieron crear obras de base melódica y, por supuesto, gran orquestación, en las cuales la sección de cuerdas era la protagonista. También era conocido por su ingenio cáustico y auto-despreciativo. Cuando su colega David Raksin le preguntó por los progresos que estaba haciendo en su partitura para Juana de Arco, respondió: «¡Acabo de empezar con la barbacoa!».
La preocupación que sufría por su propio cuestionamiento de sus capacidades le llevó a una enfermiza autocrítica y a las dudas. Ningún elogio del público o de los amigos lo reconfortaba. Él era su propio enemigo. En respuesta a una entrevista realizada por Page Cook, crítico de música de cine de la revista Films in Review, que le preguntó por su lugar en el panteón de los músicos de cine, Friedhofer dijo: «Sólo soy un falso gigante entre verdaderos pigmeos».
Sin embargo, era muy admirado por sus colegas, que le reconocían su talento y disfrutaban de trabajar con él, y a pesar de que nunca logró que su nombre apareciera junto al de los grandes compositores cinematográficos, los expertos y coleccionistas lo guardan entre lo más alto del firmamento de la música de cine.

Eduardo J. Manola - 17 de diciembre de 2021
