Corría el año 1970 y el director norteamericano Ralph Nelson trabajaba en lo que sería uno de sus tanto proyectos controvertidos, El soldado azul (Soldier Blue), un western con una clara intencionalidad crítica contra la violencia y el exterminio de cientos de indios cheyennes y arapahoes, en su mayoría mujeres y niños desarmados, brutalmente asesinados en la tristemente célebre masacre de Sand Creek en 1864, llevada a cabo por setecientos soldados americanos provenientes de Fort Lincoln al mando del coronel John Chivington.
La película, rodada en México y protagonizada por Peter Strauss, Candice Bergen y Donald Pleasence, fue criticada insólitamente por su extrema violencia, cuando su explicitud estaba justificada, justamente, por la intención de criticarla.

Para construir la banda sonora, Nelson no quería un compositor de su país sino que salió a buscar a músicos británicos. En ese contexto, el pianista de jazz Roy Budd, que venía de cosechar éxitos en el ambiente jazzístico, vio una oportunidad de iniciar una carrera en la música de cine, impulsado por su amigo, el compositor Jack Fishman, que veía en él un talento especial y promisorio en la composición cinematográfica, y no se equivocó, ya que Budd tuvo una prolífica filmografía, pese a su muy prematuro fallecimiento a los 43 años.
Sin embargo, el debut de Roy Budd en la música de cine no fue muy profesional, ni tampoco muy ético.
Absolutamente lanzado a obtener el encargo de la música para Soldier Blue, el bueno de Roy no tuvo mejor idea que grabar una cinta interpretando fragmentos de música compuesta por grandes figuras como Jerry Goldsmith, John Williams, Max Steiner, Dimitri Tiomkin y Lalo Schifrin, que combinó hábilmente, evitando con astucia utilizar temas principales conocidos de estos compositores para evitar despertar sospechas.

Si están pensando mal, acertarán. Terminada la cinta, se la envió a Ralph Nelson como si se tratara de un demo de música compuesta por él para su evaluación. Insólitamente, el plan resultó y Budd consiguió el trabajo.
Sin embargo, Budd sufrió una situación un tanto estresante cuando en la primera sesión de grabación de la banda sonora se encontró con que debía dirigir a la Royal Philharmonic Orchestra, integrada por 65 músicos, algo a lo que no estaba acostumbrado ni preparado, pues su experiencia radicaba en formaciones muchísimo más pequeñas en clubes de jazz. Parece que igual salió airoso, ayudado por su amigo Fishman.
El resultado fue una interesante banda sonora, que contó con la producción del propio Jack Fishman y de un veterano productor como Jack Nitzsche, también compositor cinematográfico. Budd compuso toda la música, pero para el tema principal se basó en la exitosa canción “Soldier Blue (This is my Country)”, escrita por Buffy Sainte-Marie, una cantautora y compositora canadiense de origen cree, uno de los pueblos indígenas amerindios más importantes del Canadá.


La aclamación con la que fue recibida su partitura para Soldier Blue llevó a Roy Budd a que se le abrieran las puertas de la música de cine, forjando una prolífica carrera que incluye excelentes bandas sonoras como las de Get Carter (1971), The Black Windmill (1974), The Marseille Contract (1974), las tres protagonizadas por Michael Caine, y The Wild Geese (1978), a pesar de que falleció muy prematuramente a los 46 años.
Eduardo J. Manola – 17 de julio de 2021

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